martes, 30 de agosto de 2011

Acción Bloguera (25 de agosto de 2011): Salvemos el TIPNIS por Bolivia


Se convoca a todos/as los/as bloguers bolivianos/as y extranjeros a sumarse a la Acción Bloguera a favor del TIPNIS que se iniciará mañana jueves, 25 de agosto de 2011.
En busca de superar la impotencia del silencio y mostrarle a Bolivia y al mundo nuestro apoyo y defensa intercultural de nuestro medio ambiente, los/as bloguers están invitados a publicar una entrada en sus blogs bajo el título SALVEMOS EL TIPNIS POR BOLIVIA y en la que incluyan textos y/o fotos sobre el TIPNIS y su defensa.

Problema:

“El Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) tiene una extensión de 1,2 millones de hectáreas. Está situado entre los departamentos de Beni y Cochabamba, en las provincias Mojos y Marbán (Beni) y Chapare (Cochabamba). Es un territorio que se asemeja a un triángulo apuntando hacia el sur, y es parte de la jurisdicción de los municipios benianos de San Ignacio de Moxos y Loreto, y el cochabambino Villa Tunari”.

“La indefinición del límite departamental, la presencia ilegal de madereros, la pobreza, la carencia de guardaparques, las relaciones conflictivas con los colonos y la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio, son los problemas que día a día sufren los habitantes de la Tierra Comunitaria de Origen TIPNIS. De todos aquellos, el que es parte de la agenda es la construcción de un camino financiado por el gobierno de Brasil” y el que textualmente dividirá el TIPNIS por la mitad destruyendo la herencia natural de todos/as los/as bolivianos.

Informaciones obtenidas de la nota Las 11 claves para entender el conflicto del TIPNIS (Gladys Mita, Revista Oxígeno)
(Ana Rosa López)

Voces, testimonios y certezas de los marchistas defensores del TIPNIS

http://www.plataformaenergetica.org/content/2978

En día y medio ya caminaron 30 kilómetros, pero saben que falta mucho para cubrir los 500 kilómetros que los separan de La Paz y de una posible solución. Estas son sus voces y algunas de sus ideas y convicciones
Plataformaenergetica.org (La Paz, 16/08/11).- Cerca de 700 indígenas marchan desde el lunes rumbo a La Paz para tratar de impedir la construcción de un tramo de la carretera Villa Tunari - San Ignacio de Moxos que creen que destrozará el Parque Nacional Isiboro Sécure.
Estas son algunas de sus reflexiones, tomadas a la vera del camino por los diarios bolivianos de hoy, y que reproducimos textualmente:
DÍGAME, EN QUÉ MOMENTO TRAICIONAMOS A LA PATRIA
“Presidente, dígame en qué momento traicionamos a la patria, nosotros queremos paz, desarrollo, con respeto a nuestras tierras. Sus palas irán a atropellar a nuestros niños. Por eso no quieren que se dé una consulta vinculante. Entonces las lanzas y flechas estarán listas para las palas mecánicas que nos quieren destrozar nuestro territorio virgen”
Adolfo Chávez, presidente de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia – CIDOB
CONSULTA PREVIA
“Pedimos respeto para la naturaleza y exigimos la consulta previa en cualquier actividad del Estado dentro nuestras TCO (Tierras Comunitarias de Oriente)”
Pedro Nuni, diputado indígena
QUE NO NOS VENZAN
“Que la calor y la sed no nos venzan frente un Gobierno al que instauramos en el poder y que pretende deslegitimarnos. Ahora estamos unidos para cambiar el Estado, sin acción política alguna”
Celso Padilla, presidente de la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG)
HERMANOS DE TIERRAS ALTAS Y BAJAS
“Ahora, la movilización es mayor porque integra a los hermanos de tierras bajas con tierras altas”
Rafael Quispe, mallku de industrias extractivas del Conamaq
POR NUESTROS DERECHOS
“Yo marché en Caracollo por la Constitución (octubre de 2008) y ahora volvemos porque tenemos que defender esos derechos que obtuvimos, lo que escribieron con la mano no se puede borrar con el codo”
Teresa Parada, Central Obrera del Beni
ESPERANZAS
“Se estima llegar a unas 800 o a mil personas marchistas, confiamos que en el camino se plegarán muchos”
Fernando Vargas, presidente de la Subcentral del TIPNIS
UNA LARGA LUCHA
“Esto surge desde los 90, cuando se pidió tierra, territorio y dignidad, y a la fecha nada se cumplió”
José Bailaba, OICH
AVASALLAMIENTO Y COCA
"El Gobierno no piensa en los indígenas, hace mucho que no lo hace, quiere abrir otra carretera que permitirá el avasallamiento a nuestras tierras y la plantación de hectáreas de coca"
Adolfo Chávez, Presidente de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia
INDÍGENAS DE PIE
“Todo el Conamaq está en pie para acompañar a nuestros hermanos de tierras bajas”.
Sergio Hinojosa, Consejo Nacional de Markas y Ayllus del Qullasuyu
MÁS CUIDADO
“El Presidente debería tener más cuidado con sus expresiones sobre las hermanas indígenas”
Celso Padilla, Asamblea del Pueblo Guaraní - APG
ESTAMOS DECIDIDOS
“Estamos decididos a marchar hasta La Paz y si hay algún diálogo se lo hará con el Presidente (Evo Morales), y si no tiene interés entonces la marcha llegará nomás hasta la ciudad de La Paz”
Rafael Quispe, mallku de industrias extractivas del CONAMAQ
MAL INFORMADO
“Señor Presidente usted está siendo mal informado por sus ministros, usted no debe hablar mal de los pueblos indígenas”
Fernando Vargas, presidente de la Subcentral del TIPNIS
QUE NOS RESPETE
“Para eso estamos luchando, para que se nos respete (…) nosotros no somos objetos para que quiera mandar a alguien para enamorar a las mujeres indígenas. Aquí se nos respeta señor Presidente”
Bertha Bejarano, dirigente indígena
SOLIDARIDAD
“Cuando vemos que un grupo ve vulnerados sus derechos estamos nosotros ahí. Esta es una justa reivindicación de indígenas de tierras bajas y altas y ojalá que haya un espacio para solucionar el problema”
Yolanda Herrera, Presidenta de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia
SACRIFICIO NECESARIO
"El sacrificio por unos días es necesario, a vivir bajo opresión e imposición del Gobierno nacional toda la vida. Nos sacrificamos con honor y como un servicio de vocación en defensa de los hermanos que no están en la marcha"
Celso Padilla, Asamblea del Pueblo Guaraní
** Este es un servicio de la Plataforma de Política Energética, un espacio permanente, plural y abierto a todos, para compartir información, generar conocimiento y promover el debate público sobre los temas fundamentales del sector energético (www.plataformaenergetica.org)

lunes, 29 de agosto de 2011

Reportaje colectivo: ¿Qué es y qué se juega en el territorio del TIPNIS?

Juan León* 

Fundación para el Periodismo


14 periodistas* escudriñan si, más allá del costo y diseño de la carretera que partirá en dos el Isiboro Sécure, sus potenciales beneficios justifican el precio de sacrificar la vida de sus moradores y poner en riesgo la mayor reserva de flora, fauna y agua dulce de Bolivia
Plataformaenergetica.org (La Paz, 15/08/11).- Dueños de la cuarta mayor superficie territorial de Sudamérica y una inmensa riqueza de recursos naturales gracias a la variedad de pisos ecológicos de nuestra geografía, los bolivianos estamos inmersos en un discusión amarga y aparentemente bizantina sobre la construcción de un camino en el corazón mismo de nuestro país.
Parece ocioso discutir la importancia y la necesidad de una carretera en un país de 1.098.000 kilómetros cuadrados, de diez millones de habitantes que viven en ciudades alejadas y dispersas entre los 4.000 metros de altitud de su región andina y los 500 de su cuenca amazónica, pero con una red vial de menos de 20.000 kilómetros que es, de lejos, la menor de la región.
Pero el camino que tiene a los bolivianos en orillas puestas tiene connotaciones diferentes. Más allá de costo y diseño, se trata de saber si sus potenciales beneficios justificarán el alto precio de sacrificar la vida de las gentes que habitan la región y poner en riesgo la mayor reserva de flora, fauna y agua dulce del país.
La cara visible de la discusión son, por una parte, los indígenas de tierras bajas en su lucha por sobrevivir y preservar el último lugar al que los arrinconó la "civilización y el desarrollo" y, por la otra, y el gobierno que con la impunidad del poder político avanza en un proyecto de objetivos económicos y sociales nunca bien explicados.
Atizan la discusión, desde sus específicos intereses en función de beneficios inmediatos o de largo plazo, otros sectores interesados en el proyecto. Ahí están, por ejemplo, los colonizadores de municipios vecinos que esperanzados en ampliar su frontera agrícola, legal o ilegal, y los constructores, con el apuro de encajar ganancia por la obra.
Más allá de las discusiones estériles características de nuestra vida política, la que genera esta carretera tiene también envergadura política. Aparecen ahora señales de arriar banderas de defensa del medio ambiente, madre tierra y naciones indígenas en aras de un desarrollismo económico y mercantil satanizado con énfasis en otros foros.
El tema central de esa discusión, sin embargo, es aún una incógnita para la mayoría de la gente mientras centenares de indígenas de tierras bajas se preparan a marchar con su protesta hasta La Paz y centenares de obreros de la empresa que construirá el camino levantan ya sus campamentos de trabajo, a despecho de la protesta.
LA MANZANA...
Aunque parezca sólo coincidencia, la marcha que partirá el lunes de Trinidad tiene estrecha vinculación con otra de las mismas gentes, también por "dignidad y territorio" y que partió desde la misma ciudad el 15 de agosto de 1990 para sembrar la semilla del actual proceso de cambio y que le allanó camino al poder político de hoy.
El apoyo y la solidaridad que despertó la marcha de 1990 entre las gentes del resto del país obligó al gobierno de Jaime Paz Zamora a reconocer legalmente la calidad de Territorio lndígena al Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), que desde 1965 era ya Reserva Nacional ocupada sólo por chimanes, yuracarés y moxeños.
El TIPNIS nació con una superficie de 1.225.347 hectáreas. En el 2009, el gobierno del presidente Evo Morales redujo esa superficie a 1.091.656 hectáreas, al sur de las cuales una frontera "virtual", representada por una "línea roja", marca el límite a nuevos asentamientos.
En el parque que toma su nombre de los ríos Isiboro y Sécure habitan 64 comunidades, en su mayoría chimanes, yuracarés, moxeños y trinitarios en peligro de paulatina desaparición. Según el censo del 2001, en Bolivia hay 6.351 chimanes, 1.809 yuracarés y 4.228 moxeños.
El 62 por ciento de la superficie del parque corresponde a la llanura aluvial beniana, con una temperatura promedio de 30 grados, que la mayor parte del año permanece inundada por 170 lagunas que preservan una extraordinaria riqueza hidrobiológica. El ocho por ciento es pie de monte y el 29 restante serranía.
El Parque cobija a 108 especies de mamíferos, que representan el 30 por ciento de las especies del país, entre ellos tapir, capibara, huaso silbador, jaguar y meleo, según un estudio del Servicio Nacional de Áreas Protegidas.
Hay registradas 470 especies de aves (34 por ciento del total nacional) como el tucán común o las parabas roja y amarilla, y otras exóticas como la pava campanilla y el águila arpía.
El mismo estudio informa de 39 variedades de reptiles, entre ellos el lagarto y el caimán negro, de cueros de alto precio, o la iguana, la tortuga terrestre y la pucarara, de 53 tipos de anfibios y algo más de 188 especies de peces.
Especies como las de los osos jucumari, las alondras y otras de nombres difíciles como las aves terenurasbarpei y mpeüonrufacilla, pero de belleza exótica y extraordinaria, son únicas y están en peligro de extinción, igual que el delfín rosado, rara especie de mamífero nadador.
Por su riqueza forestal, el TIPNIS es considerado todavía un santuario vegetal con árboles centenarios de maderas preciosas de alto precio en el mercado y en peligro de desaparecer. Algunos registros citan 3.000 especies de plantas superiores, entre ellas aliso, pino de monte, nogal, cedro, mara, palo María y tajibo.
Los informes sobre su potencial económico incluyen la existencia de hidrocarburos. Petroandina, conformada por YPFB y Petróleos de Venezuela, opera en el bloque Sécure, que comprende el área del TIPNIS, y según el gobierno realizó ya tareas de aerofotogrametría.
En 1995, la petrolera Repsol YPF, concesionaria del Bloque Sécure que abarcaba una parte del territorio del Parque, abrió líneas de prospección sísmica, y en el 2000 perforó tres pozos, generando las primeras protestas indígenas por contaminación en el río Apere y deforestación para construir un campamento en una de las márgenes del Isiboro.
TECHO Y COMIDA
La gente que habita y cuida el Parque "desde siempre" vive de la caza y de la pesca en los ríos que alimentan todo el año sus 170 lagunas y que son también la principal reserva de agua dulce del país. Alguien dice que la segunda más grande de Sudamérica.
El parque les da, también, techo y abrigo. En contraste con los colores del ladrillo y el cemento del mundo civilizado, las viviendas del parque rompen en armonía el verde de la floresta con sus techos de palma y paredes de corteza de árbol.
"Todos los días, tempranito, salimos a cazar. Sólo es para nuestro alimento. No lo vendemos", afirma Carmelo Roca, corregidor de la comunidad San Antonio, en el polígono 5. El parque es también tierra privilegiada para la producción de maíz, arroz, plátano y yuca y para la fauna y frutos silvestres de clima tropical.
Los municipios vecinos, entre ellos los de Nueva Aroma, San Juan de Icoya, Moleto e Ichoa pertenecen a colonizadores llegados de otras tierras, en su mayoría de origen aymara y quéchua, organizados en sindicatos de productores de cacao, banano, yuca, máiz, y cítricos y que, por supuesto, cuando llegaron trajeron también la coca.
Yuracarés, chimanes, moxeños y trinitarios temen que si la carretera que unirá Villa Tunari con San Ignacio de Moxos cruza de sur a norte su territorio genere condiciones de "avasallamiento cultural". De hecho, su lenguaje incluye ya palabras de otros idiomas. Y sus costumbres cambian lentamente.
Y el temor de esa gente por el "avasallamiento cultural", por extraño que parezca, apareció confirmado cuando el presidente Evo Morales habló de enamorar a las mujeres indígenas para vencer la resistencia de sus pueblos a la construcción de la carretera.
"Si yo tuviera tiempo, iría a enamorar a las compañeras yuracarés y convencerlas de que no se opongan. Así que, jóvenes, tienen instrucciones del Presidente de conquistar a las compañeras yuracaré-trinitarias para que no se opongan a la construcción del camino", les dijo a los sindicatos cocaleros en el Chapare.
"No tengo ganas de ese camino. Yo he ido a la marcha (de 1990) y he sufrido harto. Es por eso que no quiero ni un poquingo. Para tener estos terrenos hemos luchado. A nosotros no nos beneficia para nada ese camino. Sólo los ricos van a ganar", afirma por su parte José Choa.
La gente de Santísima Trinidad recuerda que ya en los años 80 los colonos los avasallaron y ahora están asentados al borde mismo de su territorio. En 1990, los indígenas aceptaron, acuerdo mediante, que los colonizadores ocupen un sector del polígono 7.
Con el tiempo, los colonizadores superaron con sus sembradíos de coca los límites pactados y en el 2009 hubo ya un enfrentamiento. Los chimanes, convencidos de que casi como siempre están sólos y que es imposible la convivencia, se replegaron al polígono 1.
Igual que hace dos años, los sindicatos de colonizadores cocaleros anunciaron ya que "puede haber luto y derramamiento de sangre" si persiste la oposición a la carretera y amenazaron con organizar una contramarcha para enfrentarlos. Ellos dijeron ya que esperan tener concesiones en el Parque.
"Si dejamos que la carretera se construya, los colonos nos van a saquear toda la madera, los peces y las aves que hay en los montes. Nosotros cuidamos eso, nos mezquinamos. ¿Qué hacemos si se termina?, ¿dónde vamos a ir a dar?, ¿de dónde vamos a sacar para nuestros hijos?", explica Simona Cueva, una chiman con su hija de dos años en brazos.
Construir la carretera implicará la pérdida de 610.000 hectáreas de bosque en un lapso de 18 años, a partir de su construcción, según el Programa de Investigación Estratégica de Bolivia. Esa superficie representa el 43 por ciento de la cobertura forestal del Parque.
Según ese estudio, la tala de bosques se extiende a una distancia de entre 3 y 15 kilómetros a ambos lados de una carretera. En algunos escenarios se calcula que los impactos indirectos ocurren a no menos de 50 kilómetros a cada lado del asfalto. Si es así, la mitad de los cerca de 1,2 millones de hectáreas no servirá de albergue para su gente y sus animales.
La sicóloga social Daniela Leytón Michovich sostiene que "el thanatos se hace eco en el TIPNIS" donde "una hectárea puede albergar más de 400 especies diferentes de maderables con un precio aproximado de mil dólares cada uno". La madera mara, por ejemplo, existe sólo en otros cuatro países más.
Según datos que recabó Leytón Michovich, en el 2010 se confiscaron 1.600 camiones que llevaban madera hacia Perú y Brasil. La exportación legal representa 176 millones de dólares al año. La "madera suave" se puede cotizar en 6.300 dólares por hectárea, la semidura en 30.980 y la dura puede costar, tan sólo en Arica, más de 64.000. Esos precios pueden triplicarse en el mercado ilegal.
De momento nadie sabe, por ejemplo, qué ocurrirá con los miles de árboles que serán talados para abrir senda y construir camino. Según el ministro de Obras Públicas, Walter Delgadillo, ya actualmente "hay una fuerte penetración del TIPNIS, especialmente por el norte: madereros y depredadores de recursos naturales, un montón".
Por esas razones y con la experiencia de vivir en el monte desde siempre, el corregidor de Santísima Trinidad, Santiago Rosendy, aseguró que "de ejecutarse la carretera, debe haber respeto al monte virgen. Mientras el Gobierno no acepte eso, no hay camino".
Pero el gobierno anunció ya, en boca del presidente Evo Morales, que "la carretera se construirá pese a quien le pese" y algunos de sus ministros afirmaron que la consulta con los pueblos indígenas "no tiene carácter vinculante" y que de todas maneras, con ella o sin ella, se hará la carretera.
El ahora ex presidente del TIPNIS, Adolfo Moye, replicó en las últimas horas casi en los mismos términos: "con gobierno o sin gobierno, igual vamos a hacer respetar nuestro territorio".
"No porque los indígenas digan no, no se va a hacer... el gran deseo que tenemos para la gestión 2014 es ver los caminos pavimentados Villa Tunari-San Ignacio de Moxos. Tenemos el dinero y la empresa OAS está contratada", puntualizó.
Desde la otra orilla, uno de los dirigentes del TIPNIS, Pablo Rojas, ratificó que los corregidores de las 64 comunidades que habitan en la zona mantienen vigente una vieja decisión: "vamos a defender nuestros derechos, a mantener nuestro territorio en todas las instancias legales, nacionales e internacionales", dijo.
PERO... NO ES NUEVO
El proyecto de esa vía, sin embargo, data de 1998 y responde al Plan de Desarrollo El Cambio para Todos, del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, que planteaba un sistema nacional de carreteras constituido por una red fundamental de 10.401 kilómetros de vías prefecturales, municipales y algunas megaobras.
Esa carretera forma parte del corredor bioceánico Brasil-Bolivia-Chile y Perú desde el 2003. El gobierno de Evo Morales declaró en el 2006 de "prioridad nacional y departamental la elaboración del estudio a diseño final y construcción del tramo Villa Tunari-San Ignacio de Moxos", como parte de la red vial fundamental.
El proyecto comprende una carretera de 306 kilómetros, en tres tramos, para unir Villa Tunari, en Cochabamba, con San Ignacio de Moxos, en Beni. El primer tramo comprende 47 kilómetros y avanza hasta Isinuta. El segundo y más largo es de 177 kilómetros y cruzaría el TIPNIS para empalmar con el tercero, de 82 kilómetros, entre Monte Grande del Aperé y San Ignacio de Moxos.
Tanto el primero como el tercer tramo están ya en construcción. El segundo, que está en discusión, no tiene aún diseño final ni las correspondientes licencias ambientales según las informaciones oficiales, por lo que hay todavía un lapso de "un año a un año y medio" para definirlo.
El presidente de la Administradora Boliviana de Carreteras, Luís Sánchez, dijo hace poco a la prensa "el trazado que tenemos pensado (para ese tramo) es una de las posibles alternativas, pero es necesariamente dentro del TIPNIS. No hay otras fuera de este".
Hace dos días, sin embargo, Sánchez informó que existen cinco diseños posibles. "En realidad teníamos ocho 'alternativas', pero cinco son las que unen Isinuta (Cochabamba) con Montegrande (Beni)", pero reiteró que "no existe aún un diseño final".
El antiguo Servicio Nacional de Caminos tenía ya en 1989 un proyecto de carretera que bordea el Parque y que parte de Villa Tunari, pasa por Puerto Patiño, Puerto Esperanza y Arroyo Tyere para llegar a San Ignacio de Moxos, según muestra un mapa oficial de la red vial del país correspondiente a ese año (ver gráfico).
Existen además cuatro opciones diferentes diseñadas por técnicos de la campaña de Defensa del Isiboro Sécure (CADEIS) en su afán de preservar la diversidad biológica del Parque. Las cuatro implican aumentar la extensión de la carretera, mediante desvíos del segundo tramo, pero no afectan su corazón.
QUIÉN DEBE HACERLO
Las tareas de diseño final y construcción fueron adjudicadas a la constructora brasileña OAS Ltda. en agosto del 2008 mediante un proceso de licitación "llave en mano" por 415 millones de dólares, de los que 332 (80 por ciento) financia el Banco de Desarrollo Económico y Social del Brasil.
Según la Asociación de Ingenieros de Bolivia, esa carretera tiene un sobreprecio de 170 millones de dólares y su costo por kilómetro (1,35 millones de dólares) la pone a la par de la autopista La Paz-El Alto, construida bajo el gobierno de Hugo Banzer y considerada hasta ahora la más cara de Bolivia.
A título simplemente comparativo, el precio promedio por kilómetro de la carretera Potosí-Tarija es de medio millón de dólares. La Asociación de Ingenieros estimó que precio/kilómetro/ promedio del camino que hará OAS y cuya calidad calificó "de segunda", tendría que ser de 600.000 dólares.
Según Gonzalo Maldonado, presidente emérito de la asociación de ingenieros de Cochabamba, el contrato fue adjudicado sin ningún proyecto de diseño final ni estudio de factibilidad. "Se fueron por la solución más fácil. No realizaron ningún estudio ni análisis de rutas alternativas", dijo.
La OAS tiene más de 30 años en el mercado de 15 países de África, Caribe, Centro y Sudamérica, en emprendimientos, construcción e inversiones, aunque según informes periodísticos, en los últimos meses perdió contratos en Perú, Ecuador y Chile por las objeciones de organizaciones indígenas y ambientalistas a algunos proyectos. Según su propio perfil empresarial, no cotiza en Bolsa.
En Bolivia, OAS tiene además otros contratos para construir las carreteras Potosí-Tarija, Potosí-Uyuni y algunas otras rutas menores, con lo cual su negocio total ronda en torno a los 850 millones de dólares.
Existen también denuncias de sobreprecio en otros proyectos a su cargo, entre ellos la carretera Potosí-Tarija. El ministro de obras públicas informó en junio que la construcción de esa vía, adjudicada inicialmente a Queiroz Galvao por 180 millones de dólares costará 226 millones después de que OAS se subrogó el contrato.
Con la seguridad del contrato vigente y a despecho de la discusión, la OAS está ya trabajando en los tramos I y II. Decenas de sus obreros instalan ya sus campamentos base de trabajo y el ruido del desarrollo, que acompaña a moto sierras, tractores y retroexcavadoras, rompió ya el silencio del monte.
Mientras tanto, los indígenas de tierras bajas preparan también su "tapeque" para la marcha que iniciarán el lunes desde Trinidad, sobre La Paz, tal como lo hicieron en agosto de 1990, "por dignidad, tierra y territorio".
Sus preparativos evocan Avatar, la película difundida en enero del 2010 que conmovió al presidente Morales: "es una profunda muestra de la resistencia al capitalismo y a la lucha por la defensa de la naturaleza", declaró entonces. Los nativos de Avatar quedaron malheridos, pero sus recursos y su hábitat no les fueron arrebatados por el coronel Quaritch.
* El presente reportaje es una práctica periodística colectiva realizada en el marco del Diplomado en Periodismo Ciudadano que auspicia en Cochabamba la Fundación para el Periodismo. El trabajo fue realizado por 14 periodistas de esa ciudad y la edición final estuvo a cargo del docente del módulo, Juan León Cornejo. Tomado del diario digital de La Razón
** Este es un servicio de la Plataforma de Política Energética, un espacio permanente, plural y abierto a todos, para compartir información, generar conocimiento y promover el debate público sobre los temas fundamentales del sector energético (www.plataformaenergetica.org)

Preguntas y reflexiones necesarias para saber qué hacer con el TIPNIS

Rafael Bautista S*
http://plataformaenergetica.org/content/2979

Plataformaenergetica.org (La Paz, 16/08/11).- El conflicto suscitado por la construcción de la carretera que atravesaría el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Secure, TIPNIS, descubre, de nuevo, la auto contradicción en que incurre un proyecto estatal que no ha superado su condición colonial. Porque su apuesta por el “desarrollo” no pasa por la generación de un nuevo modelo (acorde al nuevo contenido plurinacional que dice abrazar) sino del empecinamiento en perseguir el mismo modelo de “desarrollo” que produce nuestro subdesarrollo. No se trata de una palabra cualquiera sino del concepto que comprime la creencia última e irrenunciable de la dominación moderna. El concepto de “desarrollo” es sólo posible por la dicotomía superior-inferior que es, a su vez, un modo sofisticado de encubrir la previa clasificación racista entre civilizados y bárbaros.

En ese sentido, los procesos de “modernización” que abraza ahora nuestro nuevo Estado, asumidos como sinónimo de “progreso”, encubren esta clasificación naturalizada; pues los objetos a ser siempre “modernizados” somos nosotros (afirmamos estar en contra del capitalismo pero seguimos planificando nuestra economía a partir de sus criterios y sus expectativas). Seguimos mirándonos con los ojos del dominador, que nos hace creer que “su desarrollo” es el desarrollo que todos debemos perseguir; pero como el mundo ya no puede repartirse, en esa carrera perdemos siempre y, en efecto, logramos un “desarrollo”, pero que ya no es el nuestro. Para colmo, nuestra colonialidad naturalizada, nos hace creer que “desarrollo” y “progreso” son categoría éticas que nos prescriben el deber moral de “desarrollarnos”, como antes debíamos “civilizarnos”.

Si la historia se repite, la repiten quienes no aprenden nada de ella y no aprenden nada de sus dogmas de fe; por eso no es raro que la izquierda en este proceso (la nueva derecha del proceso) apueste por aquello que critica. En el primer volumen de El Capital, Marx muestra cómo el capitalismo naciente y su correspondiente sociedad burguesa, necesitan destruir toda forma de relación comunitaria para imponer exclusivamente intereses privados como el articulador de las nuevas relaciones sociales. Entonces, lo primero a destruir es la ligazón común, de pertenencia y reciprocidad, del campesino feudal con la tierra; esto se efectiviza con la privatización legal de la propiedad común del campo. El concepto mismo de propiedad es traducido como propiedad privada, es decir, toda propiedad sólo puede ser privada; lo que es posesión común ya no tiene ningún amparo legal, por lo tanto, es susceptible de apropiación (lo que era común ahora es de unos cuantos y lo que consagra las nueva propiedades no son las cercas sino las leyes).

El campesino moderno nace con esta nueva concepción de la tierra: ya no es algo sagrado o divino sino fuente de recursos, es decir, objeto de explotación. La expropiación “legal” de las tierras de comunidad (en el altiplano paceño) para pasar a poder de los nuevos latifundistas (los posteriores detractores del indio), tenían el mismo objetivo. Imponer relaciones sociales pasa por destruir las formas de vida comunitarias. La falacia que inventa la modernidad, para justificar todo proyecto de “desarrollo”, consiste en presentar a toda forma de comunidad como atrasada o prehistórica; pues desde la perspectiva de ella misma, todo lo que no es ella es pre moderno. Es decir, ella se pone, como juez y parte, para decidir que lo que ha destruido o lo que va a destruir, es inferior en sí y ella es lo único superior. En el concepto de “desarrollo” se halla comprimida esta concepción, desde la cual se encuentra devaluada toda forma de vida que no contenga sus valores irrenunciables: el interés individualista, la propiedad privada, la maximización de las ganancias, la codicia como ordenador de la existencia, etc.

Entonces, no se trata de rechazar la modernidad y su economía, el capitalismo, por afanes culturalistas o afirmación intercultural de las diferencias. No. Se trata del rechazo humano a una forma de vida (la moderna) que está conduciendo a la humanidad toda al suicidio colectivo del planeta. Por eso el discurso de “vida o capital” no se trataba de una afirmación folklórica sino de un juicio de hecho: persistir en el desarrollismo moderno era y es una carrera suicida, no sólo para nosotros sino para todos.

Por eso el grito de los pueblos indígenas era un grito superlativo, porque ese grito contenía el grito de la Madre (y de los Ajayus y Achachilas o, lo que dicen los indios de Norteamérica, el Gran Espíritu). Los indios se habían convertido en el portavoz de la Madre, sus defensores, quienes habían alertado al planeta entero, ellos, los primeros sacrificados del proyecto moderno. Por eso tenía sentido la constitución de un Estado plurinacional, como defensor de los derechos de la Madre tierra. Por eso era fundamental proponernos un nuevo modelo de vida que se traduzca en un nuevo modelo de desarrollo, que ya no confirme nuestro subdesarrollo como condición para el desarrollo exclusivo del primer mundo. Pero (oyendo a los portavoces gubernamentales) perseguir el mismo “desarrollo” moderno, delata un síntoma de adicción de algo que no se ha superado. El discurso entonces se hace demagogia y lo que se expresa afuera es algo en lo cual no se cree realmente. Por eso viene la pregunta: si, como dice el gobierno, los indios son manejados por las ONG, ¿por qué no preguntamos a la Madre?

La cuestión es simple. Si decimos ser “defensores de la Madre tierra”, es decir, no la concebimos como objeto sino como sujeto de derechos, por lo tanto, sujeto de expresión, entonces, ella misma puede expresarnos su parecer. Tenemos para ello su modo de comunicación, que es la hoja de coca. A ella también la consideramos como sagrada y hasta hacemos huajtas (ofrendas a la PachaMama) en palacio de gobierno. Es decir, si no creemos ya en los indios e incluso oponemos el interés nacional al interés de ellos, que ahora sería mero interés particular; preguntemos a la Madre, haber qué dice.

¿O es que ya tampoco creemos en la Madre? Y la defensa de ella es mero recurso demagógico para perseguir un proyecto que nos haga ricos, siempre a costa de alguien (en este caso de la Madre). Si el proyecto es, otra vez, la riqueza, habría que preguntarse, ¿qué clase de riqueza? Si es la riqueza moderna, entonces ya sabemos, el precio de esa riqueza es la producción de miseria. ¿Quiénes serían nuestros nuevos miserables? El enfrentamiento entre sectores campesinos e indígenas no es casual. Si los campesinos también apuestan por esa clase de riqueza entonces la tierra no es Madre sino fuente de ganancias; por eso hay cocaleros (no todos) que intensifican su producción a costa de los consumidores, pues de tanto químico que acelera las cosechas, la hoja bendita ya no produce bendición. Se convierte en fuente de ganancias. Lo sagrado se hace pagano.

El problema en el TIPNIS tiene varias aristas que, por el enfrenamiento insensato y paulatino que ha ido adquiriendo la política boliviana, gracias sobre todo a los medios de comunicación, no son fáciles de abordar en declaraciones de uno y otro lado. En principio, la posición gubernamental, errática como de costumbre, ahora insiste en el diálogo cuando previamente no propició aquello; pues lo sensato consistía en hacer del enunciado constitucional, política de Estado. Pero la posición, por principista de, por ejemplo, el ministro de la presidencia, muestra la incongruencia de esta posición con el nuevo contenido de Estado: “la consulta no puede ser vinculante porque no lo quiera yo sino porque en ningún país es vinculante”. Se olvida el ministro que ninguno de esos países es un Estado plurinacional que, además, proclama la defensa de la Madre tierra como defensa internacional. Ese apego legalista es ingenuamente colonial, pues el derecho internacional es una de las determinaciones del derecho de la conquista que se otorga, para sí, el conquistador. Es decir, postulamos la descolonización pero nos aferramos a la defensa hasta histriónica del derecho moderno, para el cual nunca fuimos sujetos de derecho sino mero objeto.

Por eso la Madre nunca tuvo derechos; si los indios son inferiores, con mayor razón la tierra, por eso el concepto de humanidad que proclama la modernidad consiste en su enajenamiento radical de su condición natural. La condición del indio es inferior porque es natural, en cambio, la condición del conquistador es superior porque es condición civil, donde hay leyes (hechas por el conquistador mismo).

Ya no es así, “el derecho ha avanzado”, dicen sus apologistas y, para ello, se amparan en la noción de “desarrollo”, con lo cual, de modo ingenuo, confirman la supeditación a la clasificación mundial que ha originado el racismo y que, en el paradigma del “desarrollo” (encubierto de modo sofisticado), deposita su última creencia: la superioridad europeo-gringo-moderno-occidental. El gobierno insiste en algo que no cree (el “mandar obedeciendo”); pues si creyera, escucharía de modo anticipado, por eso firma contratos sin atender a los afectados, sólo atiende a las necesidades de los inversores, porque también se ha creído el cuento de la inversión. Si Marx desmonta el sistema de categorías de la ciencia económica burguesa, es para mostrar su falacia encubierta: que el capital es la fuente de toda riqueza. Descubre Marx lo contrario: el capital sólo sabe desarrollar su proceso de acumulación socavando, a su vez, las dos únicas fuentes de riqueza: el trabajo humano y la naturaleza. Quien piensa que no hay nada sin inversión, es decir, sin capital, no ha entendido en aquello que consistiría una crítica al capitalismo. Éste es apenas la expresión económica de un proyecto de vida. Ese proyecto es el moderno. Entonces, no hay crítica de su sistema económico sin crítica de sus presupuestos culturales y civilizatorios.

Volvemos al inicio, ¿por qué no preguntamos a la Madre? No preguntamos porque, en el fondo, no creemos en ella, y no creemos porque somos más modernos que el conquistador. El enemigo no está afuera, está en uno mismo, naturalizado en nuestras concepciones de vida, hombre y naturaleza. Por eso toda crítica es descalificada como puro resentimiento. Porque nuestra noción del poder no ha sufrido cambio alguno y llamamos “mandar obedeciendo” a lo que es, en realidad: Yo mando y tú obedeces. Y si no obedeces, estás en contra del proceso. Y si la Madre no obedece, ella también está en contra del proceso. Entonces, todos aparecen como obstáculos del proceso; como algo a eliminar, para el “desarrollo” del proceso. De ese modo, se produce la recaída en aquello que se pretendía abandonar, la política neoliberal. Para ésta, seres humanos y naturaleza, se presentan como distorsiones del equilibrio del mercado, que siempre son vistos como amenazas externas que impiden el desarrollo de la supuesta armonía que produce el mercado (un verdadero ídolo moderno, como el capital, al cual se sacrifican, desde 1492, pueblos enteros). Que esto crean en el primer mundo se entiende, pero que esto siga siendo dogma de fe de los supuestos anti-neoliberales ya es patético.

Seguramente, la pregunta que origina estas notas, motivará la burla de algunos que están en ámbitos de decisión. Preguntar a la Madre les sonará irrisorio, cosa de indios o, como ya dicen, producto de las “siete fumadas poderosas”; tal vez haciendo eco de los detractores del proceso, aquellos despistados que ven en la crítica a la modernidad el “pachamamismo” que les produce tanta ansiedad (¿será que se conciben como los nuevos cruzados del racismo moderno, denunciando los despropósitos prehistóricos de la indiada?).

Amenazados por esta nueva cruzada (que no logró desprestigiarlos, pero no cesa de “hacerles entrar en razón”, incluso a la fuerza) los indios empiezan la marcha y, con ellos, marcha la Madre, reclamando, en primera instancia, coherencia. Que el discurso se haga política de Estado. Porque lo que está en juego no es el empecinamiento de los indios que, supuestamente, sólo desean aislarse. Veamos. De las 4’463.157 hectáreas de bosque tropical certificados en el mundo, Bolivia posee 1’474.175, es decir, el 33%, superando inclusive al Brasil, con 1’249.204, el 28%. Parte de ese 33% se encuentra en el TIPNIS. El ingreso a este territorio, por su centro neurálgico, representa inevitablemente, la colonización territorial de estos bosques tropicales. Los cuales no son sólo el pulmón del planeta sino el lugar de origen del 95% de los recursos genéticos, es decir, microorganismos, plantas y animales, de todo el planeta.
La agricultura tropical es de suma importancia para los intereses del primer mundo y sus transnacionales de los granos y los alimentos, por eso no es raro la sentencia de Kissinger: si controlas el petróleo, controlas a los gobiernos, pero si controlas los alimentos, controlas a los pueblos. La lucha por el acceso, control, apropiación, regulación y uso de los recursos tropicales es una nueva distribución geopolítica de los recursos naturales. Ya es sabida la influencia de la Empresa Brasileira de Pesquisa agropecuaria, EMBRAPA, en algunas políticas agropecuarias que se traducen en nuestro país; esta empresa creada en 1972, en plena dictadura militar, bajo auspicios de la fundación Ford, es uno de los centros de investigación que aplica y desarrolla la cultura científica hegemónica en la actualidad, es decir, el dominio y control de los recursos genéticos en beneficio de las transnacionales. Fue el mismo Ford quien financió una de las mayores destrucciones del Amazonas para la producción intensiva de caucho; la lógica de la maximización de los beneficios hace creer a la propia ciencia que puede alterar y reconducir en unos cuantos años lo que a la naturaleza le costó millones de años. Las alteraciones, en este caso, son producto de la necesidad que siempre ha tenido el primer mundo, de contar con el acceso irrestricto de todas las riquezas naturales, para beneficio exclusivo suyo.

Entonces, ¿cómo se puede insistir en que el interés de los indígenas del TIPNIS sea particular? ¿No se estará admitiendo que lo que entendemos por interés nacional, no es otra cosa que el interés de acceso y control de uno de los últimos reservorios de recursos genéticos del planeta? Sin contar, por supuesto, el petróleo y el gas que se supone existen allí. Es decir, ¿es la defensa del planeta, o sea, de la Madre tierra, interés particular? ¿Por qué una carretera debe necesariamente penetrar el corazón del TIPNIS y no bordearlo?; además habiendo otras conexiones más urgentes y necesarias (como la tan deseada conexión entre La Paz y Trinidad) y no precisamente Villa Tunari-San Ignacio de Moxos. Ahora la ABC (Administración Boliviana de Carreteras) señala que no hay todavía proyecto definido; pero entonces, ¿por qué las palabras del presidente, del sí o sí se construye esa carretera, por donde se ha proyectado, quieran o no los indígenas? ¿Por qué el llamado al diálogo, como de costumbre, se da a destiempo, cuando la marcha se inicia?

Si ya no creemos en los indios, porque se han hecho expresión de los ambientalistas y de la derecha, otra vez, ¿por qué no preguntamos a la Madre? Tenemos a yatiris, amautas y chamanes, que son los representantes del saber y el conocimiento de nuestros pueblos; ¿o es que sólo nos sirven para la foto y la imagen internacional? ¿Será que, en el fondo, no creemos en ellos ni en la Madre? Entonces, ¿cómo podemos pretender siquiera ayudarlos si no creemos en ellos? Si fuéramos primer mundo se entendería esa apuesta: dominar; pero si somos nosotros la prueba histórica de las consecuencias irracionales de aquello, ¿por qué la obstinación en perseguir algo que sólo produce miseria? La crisis ecológica no es producto de la casualidad sino las consecuencias de un modelo de vida que hace de su “desarrollo” depredador el único posible. La humanidad entera está hambrienta de alternativas, incluso el primer mundo; si es así, ¿por qué clausurar en nosotros la posibilidad de ser fieles a una apuesta que no es sólo nuestra sino mundial?

“Vida o capital” quería decir: toda recomposición de la lógica del capital es acceso, control, apropiación, regulación y abuso de los recursos naturales, en beneficio apenas del 1% rico del planeta; quienes, para colmo, apenas son los empleados de los dueños del planeta, aquellos que se aglutinan en torno a aquellos ámbitos oscuros e influyentes, como el club Bilderberg. El 1% de ese 1% son los verdaderos dueños del mundo, quienes poseen las transnacionales como la ostentación de sus business. Entre esos se encuentran las dinastías Rotschild y Rockefeller; cuya fortuna, si se repartiera entre cada uno de los 7.000’000.000 de gentes que pueblan este planeta, deberían recibir, cada uno, a 3’000.000 de dólares. Pero ni esa distribución produciría la felicidad, porque se trata de dinero maldito. Nada robado produce la felicidad, y eso lo saben muy bien los ricos del primer mundo, por eso hasta se suicidan, teniendo todo.
La única forma es hacer un alto en aquella desenfrenada apuesta por un “desarrollo” y “progreso” que nos hace volver al estado natural de Hobbes, la lucha de todos contra todos. La crisis actual es una crisis civilizatoria que se percibe en la relación entre los mitos modernos y los proyectos políticos que se proponen su realización. El “progreso infinito” es uno de ellos; el mito consiste en que es posible de ser realizado, lo cual desata la rebelión de los límites, porque ni el ser humano ni la naturaleza (fuentes de toda riqueza) son infinitos, en consecuencia, la maximización de la acumulación, como criterio de “desarrollo”, “crecimiento” y “progreso”, atenta al propio “desarrollo” y a la vida misma. Si la vida es limitada, porque es mortal, no puede imponérsele un modelo que la devalúe a ser mero sostén de un afán infinito. En eso consiste la irracionalidad de la racionalidad económica moderna, que ya no es sólo capitalista sino también socialista. La segunda critica el dominio burgués del trabajo pero insiste en el dominio de la naturaleza. Siempre hay que dominar algo, en eso consiste ser moderno. Contra toda forma de dominio es que se levanta, Hinkelammert dixit, el grito del sujeto reprimido.

Por eso, en la marcha en defensa del TIPNIS, marcha la Madre misma, porque no ha sido consultada, por un alguien que dice ser su defensor. Si lo es, que sea consecuente con lo que pregona. Que escuche y obedezca antes de actuar. Y si la Madre dice no, que sea consecuente hasta el final. Si se trata de la Madre, se trata del origen de la vida y, si no hay vida, no hay nada, ni siquiera el “desarrollo” y “progreso” que tanto se pregona. La Madre no es infinita e inagotable, es un ser vivo, un sujeto de derechos al cual debemos respeto. Por eso la frase del presidente fue de lo más desafortunada, cuando pidió a los cocaleros (para reafirmar la decisión gubernamental de construir la carretera en su fase dos, en base al proyecto original, cortando al TIPNIS en dos), “conquistar a las indias yuracares”.

La devaluación de la Madre ha traído consigo, bajo la lógica moderna, la devaluación de la mujer; lo cual no es, ni más ni menos, que la devaluación de la vida misma (porque lo femenino es fuente de vida). Conquistar significa poseer, someter algo como mío; así piensa el colonizador aunque se haga llamar intercultural. Por eso la modernidad globaliza su lógica de modo épico. Se trata del júbilo de la muerte, como única y suprema vencedora ante el vacío que queda en el universo entero, cuando se ha acabado con la vida. Por eso descolonizarse no significa cambiar de apariencia, ni de bandera ni de grito de guerra sino cambiar, en definitiva, de forma de vida.

El tránsito hacia una nueva forma de vida no es, en consecuencia, exclusivamente lógico sino existencial, es decir, no se trata de cambiar de idea sino que la idea se encarne en una nueva subjetividad, es decir, en un nuevo sentido de la existencia. Sólo quien atraviesa esto podría concebir como lógico y sensato algo como “preguntar a la Madre”. Algo que sería locura a los ojos de “este mundo” moderno. Pero, dice el mismo fundamento, al cual acude el Occidente moderno, para reafirmarse, que “Dios escogió a los débiles para vencer a los fuertes, a los ignorantes para confundir a los sabios”.

Desde la lógica de la dominación, los que marchan por la Madre, los indios, esos son los débiles e ignorantes, los irracionales, salvajes y bárbaros; pero para el propio Dios cristiano, esos son los escogidos, “lo que no es”, para poner en su lugar a lo que es: Toda dominación es un gigante de bronce con pies de barro; porque la verdadera fuerza no la tienen los que mandan. La verdadera fuerza proviene de lo débil. Por eso, el origen del poder no es el que gobierna, el verdadero origen del poder es la comunidad. Por eso ella está en todo su derecho para reclamarle al detentador actual del poder –al que se le ha transferido, de modo circunstancial, ese poder originario– el cumplir el mandato original.

Otra vez, la marcha demanda el aprender a escuchar; y el silencio sospechoso, de las voces oficiales de la defensa de la Madre tierra, no hacen sino confirmar el abandono gubernamental de los principios que dieron origen a este gobierno. Seguramente ya no hay nadie quien le recuerde, al presidente Evo, por qué había luchado.

A la oposición le duele no ser ella la que comande esta nueva apuesta por el mismo “desarrollo” que cree como el único posible; le duele que lo haga un indio y que éste les muestre la inoperancia prebendal y corrupta de su tradición. Lo que les irrita es que lo que debieron hacer ellos (pero no hicieron por ladrones), lo haga aquel que siempre despreciaron. Pero el problema ya no es ese sino que toda discusión se reduzca al modo de hacer las cosas y no al sentido que debiera tener un proyecto de desarrollo propio. El gobierno ha caído en el discurso del “desarrollo”, por eso en sus planes educativos, otra vez, se insiste en la formación de técnicos, como salvación nacional; es decir, no se concibe la manera de producir conocimiento propio sino sólo aplicar el conocimiento hegemónico, es decir, convertirnos en mano de obra apta para aplicar lo que se produce en el primer mundo. Por eso se apuesta, otra vez, de modo solapado, a la consigna colonial del “exportar o morir”; y en esa línea se encuentra la construcción de la carretera que atraviesa el TIPNIS. Se trata de una nueva conquista del territorio, ni siquiera para integrarnos entre nosotros, sino para abrir los territorios vírgenes como ampliación de los mercados, es decir, poner en bandeja de plata lo que se le antoje al capital transnacional que, para eso, tiene dinero, y mucho, para someter a un Estado que, en esa lógica, tiene necesidad de dinero, y mucho, para así sellar su dependencia estructural, con inversión, financiamiento, transferencia tecnológica, etc. Eso trae plata para repartir por supuesto (más aun cuando nuestros proyectos se circunscriben al mismo del primer mundo; presos de sus seductoras mercancías, para lo cual se requiere siempre más ingresos, como el adicto requiere cada vez más dosis), pero, a la larga, lo que ganamos no compensa lo que destruimos.

Los indios Cree tienen razón: “sólo cuando se haya cortado el último árbol, sólo cuando el último río haya muerto envenenado, sólo cuando se haya cazado al último pez, sólo entonces verás que el dinero no se puede comer”. Parece que sólo así aprenderemos que la tierra, como decía el cacique Seattle, no es nuestra enemiga (a quien hay que vencer para triunfar) sino nuestra hermana; en nuestro caso, nuestra Madre. Ojalá que no nos demos cuenta de eso cuando ya sea demasiado tarde.

*Foto: Niños yuracarés - Tipnis

*El escritor y filósofo Rafael Bautista es autor de “¿Qué significa el Estado Plurinacional?” y “Hacia una Constitución del sentido significativo del Vivir Bien”. El título original del artículo es: BOLIVIA: EN EL ASUNTO DEL TIPNIS, ¿POR QUÉ NO PREGUNTAMOS A LA MADRE?

** Este es un servicio de la Plataforma de Política Energética, un espacio permanente, plural y abierto a todos, para compartir información, generar conocimiento y promover el debate público sobre los temas fundamentales del sector energético (www.plataformaenergetica.org)

La teoría y práctica a propósito del TIPNIS

Ramiro Garavito
17 de agosto de 2011
Evaluar este gobierno, o cualquier otro, debería suponer siempre una actitud reflexiva, crítica, propositiva, capaz de señalar virtudes y defectos, en función de un país mejor, de un mundo mejor, más allá de la mezquindad del interés individual o sectorial, sea este económico, político o gremial.

En este sentido hay que reconocerle al gobierno la virtud de haber podido construir conceptos y principios teóricos innovadores para el estado y de la sociedad. Gran parte de estos buenos principios están plasmados en la nueva Constitución: el vivir bien, el respeto a la diversidad, el respeto a la madre tierra lanzada al mundo como una conciencia planetaria basada en la paz, la solidaridad, la interculturalidad y la complementariedad.

Pero los buenos principios no significan nada si no son llevados a la práctica, y es peor aún cuando permanecen como mera retórica reiterativa: pierden todo el beneficio de su contenido.

Un ejemplo dramático de la inconsistencia que hay entre la teoría y la practica es la insistencia del gobierno de Evo Morales de construir una carretera que atraviesa el centro mismo de Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Secure (Tipnis), declarado como tal para su protección y conservación, violando claramente el artículo 385 de la misma Constitución y otros relativos a la Ley del Medio Ambiente.
Cuando el Presidente Morales declaraba que “Los derechos de la tierra son mas importantes que los derechos del hombre”, y que “...los animales y las plantas también tienen derecho a vivir”, estaba dando lugar a una nueva, lúcida y paradigmática percepción acerca de una realidad dogmáticamente antropocéntrica, que estaba destruyendo la tierra en nombre de los derechos del hombre, es decir, en nombre de “la integración de los pueblos” (de los hombres), “el desarrollo” (de los hombres), “la explotación de recursos naturales” (para los hombres), olvidando el derecho de los animales, de los árboles, los ríos, los mares, y de los indígenas a su territorio, a su propio modelo de desarrollo, es decir, los derechos de la madre tierra. Parecía entonces que algo iba a cambiar en el mundo desde Bolivia. Pero el gobierno ha sido incapaz de poner en práctica la teoría, sigue utilizando los mismos viejos argumentos antropocéntricos, extractivistas, desarrollistas y neoliberales para abrir carreteras, esos argumentos, por cierto, son más bien naturalmente propios del capitalismo depredador.

En un mundo donde parece no conocerse otro concepto de desarrollo económico que no sea el capitalista consumista -extraer todos los recursos naturales posibles de la tierra para generar industrias y consumo, por tanto, empleos, bonos, carretas, progreso, etc. para los hombres-, es muy difícil sostener en la practica que “Los derechos de la tierra son mas importantes que los derechos del hombre”: hace falta mucha convicción, creatividad y audacia, para dar lugar a un nuevo modo de vida, a un nuevo modelo de desarrollo, a un nuevo modelo de crecimiento económico que incorpore una mejor calidad de vida también para los animales, lo árboles, los ríos y los mares, porque en concreto, ellos constituyen la tierra y de su bienestar depende el vivir bien del hombre.

Es mas grave todavía, solo por motivos económicos al gobierno no parece interesarle otras opciones que pudieran no afectar el Tipnis, y dice que su carretera es “la mas corta y la mas barata”, pero no dice que es también la mas destructiva, no se dice del terrible impacto que ocasionara esa carretera: lo que está en juego son 1.500 hectáreas de árboles, 602 especies de plantas, 825 especies de vertebrados, 108 especies mamíferas, 470 especies de aves, 39 especies de reptiles, 53 especies de anfibios, 188 especies de peces, 127 especies de insectos 1. ¿Por qué no se habla de esto?. Al contrario, se descalifica deshonestamente a los que se oponen a esa carretera, como si estos no quisieran ningún tipo de carretera.

Adolfo Moya, uno de los dirigentes indígenas mas representativos, dice: “Antes mi abuelo vivía en Villa Tunari, todo ese lugar era de nosotros (...), los colonos entraron y nos quitaron, ahora los yuracareses viven mas adentro. Aquí poco a poco están entrando los colonos y ellos pura coca ponen. Ellos cuando entran hacen desaparecer el monte” (...) “Todos los árboles de mara lo han limpiado, en Isinuta hay dos aserraderos, ellos están dejando el monte sin madera”. (...) “Los colonos no nos respetan, siguen avanzando mas delante de la línea roja, ya están metidos en territorio yuracarés y el gobierno no hace nada. Lo han parcelado todo”.(...) “Siguen botando dinamita al río, los pescados también ya no hay” (...)”Con una carretera por el medio de la selva -dice Moya-, no hay garantías de que los indígenas sobrevivan, pues ellos comenzarán a migrar a las ciudades, empezarán a proliferar las sendas conectadas a la carretera, los animales huirán a otras zonas en busca de su “loma santa” y la contaminación llegará inevitablemente al Isiboro Sécure”(...) “Todo comenzará a desaparecer porque la zona colonizada como el Isiboro o el río Isinuta, donde hay asentamiento de colonos, los ríos han quedado totalmente pobres, no hay vida, no hay animales”. 2
En una entrevista Evo Morales dice que “que en esos 60 kilómetros del TIPNIS, por medio de una ley, se prohibirá que haya nuevos asentamientos en la ruta”, pero hasta ahora no ha logrado detener el continuo avance de los colonos cocaleros sobre el Tipnis. Luego se pregunta “¿En qué parte del mundo nunca ha pasado una carretera por un parque nacional? Evidentemente, eso se tiene que hacer con normas” 3. ¿No sabe el presidente que los parques nacionales en todo el mundo son áreas protegidas y en la zona de su núcleo están prohibidas todo tipo de actividades económicas, mas aún si se trata de construir carreteras como en el caso del TIPNIS?. ¿Qué clase de compromisos tiene el gobierno para echar para atrás su noble compromiso con la madre tierra y los indígenas?
1 Fernández, B. et al. 2002. Caracterización técnica del PNTI Isiboro Sécure. SERNAP-GTZ/MAPZA.
2 Los Tiempos, 14/06/2001.
3 La Razón (LR, 6/VIII/2011)

“Quieran o no habrá carretera”

Rosa Rojas http://eju.tv/2011/08/quieran-o-no-habr-carretera/
Tres frases del presidente boliviano Evo Morales marcan la posición de su gobierno frente a los pueblos indígenas del oriente de su país, a despecho de su discurso de defensa de los derechos de los pueblos originarios, de la Pachamama (Madre Tierra)
y de la equidad de género:

“Quieran o no quieran vamos a construir el camino Villa Tunari-San Ignacio de Moxos que unirá los departamentos del Beni y Cochabamba”, les dijo el mandatario el pasado 29 de junio a los chimanes, mojeños y yuracaré que se oponen a que una carretera parta en dos su Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Secure (TIPNIS) e “instruyó” a los jóvenes cocaleros del Chapare —su base dura— “a conquistar (enamorar) a las compañeras yuracaré trinitarias para que no se opongan a la construcción del camino”. Luego, el 2 de agosto, afirmó que no entiende que algunos dirigentes, con la excusa de defender el ambiente, estén contra el progreso, la integración y el desarrollo del país y se dejen manipular por organizaciones no gubernamentales y políticos de derecha. “Si niegan este proyecto son traidores” acusó.
El TIPNIS es importante para conservar las fuentes de agua, las cuencas hídricas y la diversidad de flora y fauna silvestre. Unas de las más importantes del país se encuentran al noreste del departamento de Cochabamba (provincia Chapare) y al sur del Beni (provincia Moxos). Según la Fundación Natura, 3 mil 400 especies de flora y fauna se verán en peligro y más de medio millón de árboles serán talados por la construcción de la citada carretera.
La gran Marcha de 1990, por tierra, territorio y dignidad, protagonizada por representantes indígenas de las tierras bajas de 34 pueblos, aglutinados en la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente de Bolivia (CIDOB), conquistó ese año el reconocimiento del TIPNIS mediante decreto supremo, que reconocía asentamientos de colonos, y dispuso la demarcación de una línea roja para evitar nuevas invasiones en el área. Morales, como dirigente de los cocaleros, negoció con el ahora opositor dirigente indígena Marcial Fabricano dicha línea roja.
En febrero de 2009, Evo Morales entregó a los indígenas el título ejecutorial colectivo del TIPNIS por un millón 91 mil 656 hectáreas, beneficiando a unas mil quinientas familias, más de siete mil habitantes mojeños, yuracaré y chimanes.
Según un reporte de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés), entre las mayores amenazas a la biodiversidad y al manejo del TIPNIS está el creciente ingreso de colonizadores a dicha área, y los cultivos de coca junto con las actividades ilícitas del narcotráfico son una grave amenaza. Se ha hecho prospección petrolera, hay extracción ilegal de madera, la administración del parque es muy débil. Existe la propuesta del actual gobierno de construir una carretera que aumentará la depredación del área y otras actividades ilegales. Las comunidades del Conisur no están de acuerdo, según algunos de sus dirigentes.*
Frente a esta problemática y a la dura posición de Morales Ayma, (que se ha tratado de matizar convocando para el 9 de agosto a un diálogo con los indígenas del TIPNIS, aunque no a su organización matriz, la CIDOB, según declaró a los medios el diputado indígena por el oficialista Movimiento al Socialismo, MAS, Pedro Nuni), dicha organización convocó una marcha de protesta que partirá el 15 de agosto desde la capital del departamento del Beni, Trinidad, hasta La Paz.
Los dirigentes de la CIDOB y del TIPNIS anunciaron que no acudirán a dicha reunión y que estarían dispuestos a negociar con el gobierno ya en plena marcha, lo que rechazó el ministro de la presidencia, Carlos Romero, anticipando que “no hay conversación posible que sea objetiva y razonable en una marcha”.
Ya previamente Morales había tenido roces con la CIDOB, pero también con el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Quollasuyo (Conamaq), que representa a aymaras altiplánicos, a propósito de proyectos mineros, petroleros y carreteros, por la exigencia de que el gobierno aplique el derecho a la consulta previa e informada, a través de sus propias instancias organizativas, y que ésta sea vinculante, para decidir sobre cualquier proyecto que afecte sus tierras y territorios. Nadie se sorprendió entonces de que en el Chapare, ante integrantes de las seis federaciones de productores de hoja de coca, de las que aún es dirigente, Evo reiterara que se va a consultar a los indígenas sobre la carretera en cuestión, “pero quiero que sepan que no tiene [la consulta] carácter vinculante. No porque ellos digan no, no se va a hacer. Las consultas están constitucionalizadas pero no tienen carácter de obligatoriedad”, por lo que espera inaugurar esa carretera en el 2014.
Según la Agencia Nacional Fides, la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema), que afirma que si el tramo II de la citada carretera cruza el TIPNIS se violarán diversas leyes y convenciones internacionales, propuso desviar el trazo de la carretera aunque sea más costoso construirla.
Su coordinador, Edwin Vargas, denunció que más que la necesidad de integración nacional, en el TIPNIS hay dos áreas de extracción de hidrocarburos, los bloques Chispani y Secur que ya han sido identificados y concesionados, algo que el gobierno no menciona.
Otro tema de fondo es el planteamiento que hacen dos organizaciones aliadas del gobierno boliviano, la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) y la Confederación Sindical de Campesinos Interculturales de Bolivia (CSCIB, antes colonizadores) de que los afiliados a la CIDOB son los nuevos latifundistas y que es necesario anular las Tierras Comunitarias de Origen (TCO).
El secretario general de la CSCIB, Gustavo Aliaga, declaró a La Prensa el 2 de agosto, que hay una “desigualdad criminal en la distribución y tenencia de terrenos. Los indígenas, cada uno, tienen más de 20 mil hectáreas, mientras nosotros apenas contamos con una a cinco hectáreas. Por eso, tarde o temprano, independientemente de que se construya o no la carretera, nos vamos a entrar, sin depredar la naturaleza ni para plantar coca. Traspasaremos el Polígono 7 (territorio en el sur del área donde están asentados legalmente los cocaleros) para tener más tierras porque con las TCO saneadas los indígenas nos quieren asfixiar”.
Aliaga, quien califica la posición de la CIDOB como provocadora y “que busca desgastar y mellar la imagen del presidente Evo Morales”, criticó las amenazas de marchas y bloqueos y advirtió que si éstas se hacen, se levantarán por la desigualdad de tierras “y nos vamos a medir con ellos, cuando pasen por el Chapare o los Yungas”.
La Hojarasca

Declaraciones Ligeras y Desinformación (Parte I)


Marco Octavio Ribera Arismendi
Biólogo y ecologista
Agosto 2011

En relación a la problemática del camino que el gobierno impulsa al interior del TIPNIS, se han vertido en las últimas semanas varias declaraciones por parte las más altas autoridades del Estado plurinacional, así como de voceros y asambleistas del MAS, e incluso dirigentes de la colonización, todas en un intento de justificar el proyecto desarrollista y de desvirtuar la resistencia del movimiento indígena y las organizaciones ambientalistas. Las declaraciones oficiales que se comentan, son ligeras, desaprensivas y poco meditadas, por tanto tergiversan la verdad y ocasionan una total desinformación y confusión en gran parte de la sociedad. Tampoco los medios de prensa, realizaron un debido seguimiento en torno a la consistencia y veracidad de las declaraciones y afirmaciones vertidas por los dignatarios y voceros de gobierno o sectores, lo cual agudiza el problema.
En cuanto a algunas de estas declaraciones, queda por demás evidente la escasa coordinación entre los diversos niveles del poder ejecutivo, es más, se observa una falta de asesoramiento hacia los máximos poderes del Estado, por parte del Ministerio de Medio Ambiente y Aguas, en especial a partir de uno de sus Viceministerios que funge como Autoridad Ambiental Competente del país y que se supone maneja dichos temas. En otros casos se evidencia la ausencia de un asesoramiento eficaz en el área económica o de desarrollo.
A continuación comento algunas de estas poco afortunadas declaraciones:
1. Palabras del Vicepresidente A. García Linera, citado en un libro sobre el “oenegeismo” recientemente publicado y en referencia al proyecto caminero en el TIPNIS: “Los caminos son importantes para el desarrollo, si alguien llegaría a oponerse al camino Tarija-Sucre, lo sacarían montando en un burro”.
La comparación es absurda, por no decir descabellada. No se puede comparar una ruta troncal nacional que conecta dos capitales de departamento, con a ruta que partirá en dos el TIPNIS. Para empezar, la ruta Tarija-Sucre, no cruza ninguna área protegida, tampoco una TCO, donde vivan tres grupos étnicos vulnerables por su condición de minoría cultural. Dicha ruta tampoco afecta elevados valores de biodiversidad. A diferencia de la vía en el Beni, la ruta Tarija-Sucre conecta multitud de poblaciones y comunidades y finalmente su trazo sigue en gran parte la ruta mayor ya existente entre ambos departamentos. Estas son las razones por la que dicha comparación es absolutamente “jalada de los pelos” y pocas personas en su sano juicio se opondrían a dicha mejora caminera. Para información del señor Vicepresidente, no es el caso del TIPNIS.
2. Otra infortunada declaración tiene relación con las desaprensivas palabras del presidente Evos Morales en sentido de que “el TIPNIS no es la excepción: ¿En qué parte del mundo nunca ha pasado una carretera por un parque nacional?”. El sentido de fondo de esta declaración muestra el desconocimiento real del significado de un área protegida y sus limitaciones legales en los ámbitos del poder ejecutivo, lo cual es algo que no ha cambiado desde hace más de diez años.
En Bolivia, los caminos existentes en las áreas protegidas, o son anteriores a la creación del área (Sama, Tariquia, Sajama), o su construcción fue parte de la creación legal del área (Cotapata), o fueron construidos al margen de la norma, tal es el caso del camino entre Tumupasa y San José de Chupiamonas al interior del Parque Madidi, producto de la gestión prefectural de Chito Valle, y que generó drásticos impactos a ecosistemas muy frágiles.
Para precisar información, en el mundo, cientos de áreas protegidas y en especial Parques Nacionales, no son atravesadas por carreteras críticas, ni tienen megaproyectos hidroeléctricos o enfrentan riesgos de exploraciones petroleras. En los casos en los que se ha dado la construcción de vías camineras cruzando áreas protegidas, como en Sudáfrica o Estados Unidos, tienen la finalidad de facilitar el turismo regulado, además, dichos países tienen la fortuna de contra con sistemas áreas protegidas fortalecidos y con decidido apoyo normativo y estatal, de manera que el riesgo de ocupaciones ilegales de tierras o explotación de recursos es mínima, cosa que no ocurre en Bolivia, de forma que existen grandes probabilidades de que el escenario futuro del TIPNIS sea un verdadero desastre ecológico y sociocultural. Valga la oportunidad para recordarle al primer mandatario, el estado de olvido, postración y colapso en que se encuentra actualmente el sistema de áreas protegidas en Bolivia y la gestión ambiental en general. Muestra de ello es que el gobierno está violando la norma ambiental boliviana al pasar por alto el Reglamento General de áreas protegidas (Decreto Supremo 24781), que dice textualmente en su artículo 23: En el área que comprende los parques, santuarios o monumentos, está prohibido el uso extractivo o consuntivo de sus recursos renovables o no renovables y obras de infraestructura, excepto para investigación científica, ecoturismo, educación ambiental y actividades de subsistencia de pueblos originarios, debidamente calificadas y autorizadas. En general, las afirmaciones presidenciales son un mal antecedente, puesto que podrían incentivar obras camineras de alto riesgo en otras áreas protegidas de alta fragilidad ecológica, como el Madidi, Carrasco o Amboró. Precisamente, Felipe Cáceres, Viceministro de Descolonización. ha tomado la idea y ha hecho una apología de la contravención a la norma al declarar públicamente que se construirán más caminos en otras áreas protegidas.
3. El señor Luís Sánchez, Presidente de la ABC y el propio Presidente del Estado, han mencionado con una lógica por demás tendenciosa, que el bosque del TIPNIS “no es tan virgen como se lo quiere mostrar”, lo cual podría significar que “no se perderá mucho si se lo llega destruir” o al menos, que, no es tan importante, como los científicos, ambientalistas e indígenas afirman como para justificarsu conservación.
Pocos espacios naturales son estrictamente “vírgenes” o absolutamente pristinos. A lo largo de la historia, la mayoría de los ecosistemas han tenido interacciones con poblaciones humanas. Un bosque como el
del TIPNIS, cuyos recursos naturales son utilizados y manejados de forma regular por las poblaciones indígenas, presentan sendas, picadas, pascanas, taperas, señales de hogueras, incluso algunos árboles cortados o escarificados, etc., también con frecuencia pueden existir vestigios arqueológicos, señal de antiguas interacciones. De cualquier forma su valor es muy elevado, dado que dan prueba de su valor, al ser la base de la supervivencia de estos grupos humanos y no necesitan ser “vírgenes” para justificar su valor e importancia de conservación.
Hace algunos años, se utilizó este argumento “científico” tendencioso, para reducir la importancia ecológica de un bosque seco en Bolivia y así justificar el paso de un gasoducto hacia el Brasil. Es possible que en la actualidad se pretenda utilizar similar argumentación en elTIPNIS.
3. En general, el justificativo de que la vía por el TIPNIS sea la llave para el desarrollo regional o la calve para vincular el oriente y occidente del país, es por demás simplista y demagógico. Pero, es
aún menos creíble y hasta risible, la explicación de un vocero de gobierno en sentido de que una obra de casi medio billón de dólares, se justifica en términos de facilitar el comercio de carne desde el
Beni. De cualquier forma, es por demás explícito, el manifiesto interés del sector colono por la apertura de la vía y ocupación de nuevas tierras, además de los intereses madereros que han rondado la
región desde hace décadas. Adicionalmente existen tres bloques petroleros (Secure, Chispani y Río Hondo) superpuestos al TIPNIS y la vía facilitará el ingreso de Petroandina y Petrobras a la región. Es posible que estos sean los elementos de desarrollo que pregonan los funcionarios de gobierno, pero que no se los quiere explicitar.
En su forma más básica, el empecinamiento del gobierno por la ruta, parecería obedecer simplemente a recurrentes promesas que se hicieron al sector colono desde hace varios años atrás.
Por otra parte, a pesar de las declaraciones de voceros oficiales del Brasil en sentido de desestimar la importancia de la vía para su tránsito comercial al Pacífico, lo cierto es que el tramo, facilitaría al menos a mediano y largo plazo, la vinculación con el Corredor Norte. A esto se suma el hecho de que Bolivia oferta tierras de fácil acceso y con débiles regulaciones ambientales, de manera que la ruta facilitaría al futuro, el proceso que la Fundación Tierra ha identificado, como la “extranjerización de la tierra”, más aún cuando
ya existen grandes superficies de suelos cansados en la región soyera del Brasil, Argentina y Paraguay, y el “agrobussiness” de dichos países busca nuevos espacios de expansión. Es muy posible, que el gobierno aun no ha ingresado en este análisis de riesgo estratégico para el país.
4.- Es pertinente mencionar las diversas declaraciones de voceros y asambleistas del MAS, tratando de mostrar la marcha indígena como ilegítima, bajo afanes políticos, en el mejor de los casos, como
innecesaria. Esto muestra nuevamente, no solo la tendencia a desvirtuar la demanda social, sino que además los decisores no se han tomado la molestia de estudiar la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional. La marcha indígena anunciada para mediados de agosto, debería estar amparada plenamente en cuanto a su legitimidad, en la nueva Constitución Política del Estado, no solo en los incisos del artículo 30 (Derechos de las naciones y pueblos indígena originario campesinos) sino especialmente, en los artículos 135 y 136 sobre la cobertura de una potencial Acción Popular.
Artículo 135. La Acción Popular procederá contra todo acto u omission de las autoridades o de personas individuales o colectivas que violen o amenacen con violar derechos e intereses colectivos, relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y salubridad pública, el medio ambiente y otros de similar naturaleza reconocidos por esta Constitución.
Artículo 136. I. La Acción Popular podrá interponerse durante el tiempo que subsista la vulneración o la amenaza a los derechos e intereses colectivos. Para interponer esta acción no será necesario agotar la vía judicial o administrativa que pueda existir.
II. Podrá interponer esta acción cualquier persona, a título individual o en representación de una colectividad y, con carácter obligatorio, el Ministerio Público y el Defensor del Pueblo, cuando por el ejercicio de sus funciones tengan conocimiento de estos actos. Se aplicará el procedimiento de la Acción de Amparo Constitucional.
5. Se deben mencionar las declaraciones del Vicepresidente del Estado Plurinacional, afirmando que “los indígenas del TIPNIS piden el camino”, posiblemente en base a las declaraciones de unos cuantos habitantes indígenas inmersos en la zona de colonización y disidentes de su propia organización (incluso uno de ellos salió en una fotografía con un pancarta exigiendo el camino, claramente no escrita por el). El discurso fácil peca de una generalización tendenciosa que enmascara la verdad y distorsiona la realidad de la región y del problema. Si damos otra interpretación a las antojadizas declaracionesdel mandatario, estas podrían hacer una referencia ambigua a los colonos (eufemísticamente llamados ahora interculturales) que evidentemente sí quieren el camino, pero los cuales, paradójicamenteno se identifican o auto denominan como indígenas, sino como campesinos interculturales o simplemente colonos.
6. Merecen un comentario las declaraciones del dirigente Aliaga de la Confederación de colonos (campesinos interculturales) en sentido de observar las superficie de las TCO´s y sugerir una nueva Ley de tierras que modifique la situación actual. Esta posición emerge casualmente, en relación al conflicto del camino que pretende cruzar el TIPNIS, y la posición de rechazo de las comunidades indígenas en
defensa de su espacio tradicional. El reclamo del sector colono es sobre la supuesta enorme superficie de las TCO´s de los pueblos indígenas de la amazonía y oriente del país, en comparación con sudensidad poblacional.
Esta posición, que no es solo enarbolada por el sector colono, incluso personas del ámbito académico han incurrido en esta lógica unidimensionalmente analizada, obedece por un lado a una vision netamente agrarista, es decir que solo considera las superficies de uso agropecuario. Esto a su vez se relaciona con el hecho de ignorar, o se pretende desconocer de facto, la realidad de los sistemas productivos indígenas en las tierras bajas. Los sistemas de sobrevivencia y manejo de recursos de los pueblos indígenas de las tierras bajas, se fundamentan principalmente en la caza, pesca y recolección, si bien la agricultura itinerante es importante, no llega a ser el pilar fundamental de la supervivencia de estos grupos. Esto significa que la caza, recolección y pesca, no se la puede realizar en superficies de 50, 100 o incluso 1.000 hectáreas , lo cual obedece a las características de distribución y relativa escasez de estos recursos en las regiones de bosques tropicales y subtropicales. Por otra parte la agricultura indígena d tierras tropicales tiene estrecha relación con la extrema fragilidad de los suelos pobres en nutrientes, y ello explica también su dinámica itinerante y las bajas densidades poblacionales. Estas son las principales razones por la que los espacios tradicionales de estos grupos indígenas, son y deben ser amplios. Es decir, la dinámica no sedentaria de las poblaciones indígenas y su movilidad en amplias superficies, reducen el riesgo de vaciamiento de recursos y agotamiento de los suelos, permitiendo la regeneración. Pequeñas superficies, la sedentarización, y altas densidades poblacionales, conllevan a escenarios de profundo deterioro de los ecosistemas tropicales y en especial de los suelos, aspectos que nunca han tomado en cuenta los planes o procesos de impulso de la colonización, desde hace décadas hasta ahora. Reducir las tierras de los grupos indígenas de las tierras bajas, significaría condenarlos a la extinción y desaparición cultural, vale decir un etnocidio. Resulta paradójico que se cuestione a las TCO´s que permiten la supervivencia de muchas culturas que hacen que Bolivia sea un Estado Plurinacional, y se sigan permitiendo desbosques, incluso ilegales, de decenas de miles de hectáreas para el monocultivo de la soya transgénica, para beneficio mayoritario de intereses foráneos y una pequeña oligarquía regional.
7. Finalmente, no merecería ningún comentario especial las palabras del ministro de Obras Públicas, Walter Delgadillo que afirmó que “el TIPNIS, ya no es una reserva natural”. Podría pasar como una plena y total apología de la ignorancia sobre la realidad nacional, caso asombroso en el caso de un ministro de Estado, sin embargo, también deja entrever el nivel de desprecio y soslayo que las autoridades de gobierno confieren al tema ambiental y de las áreas protegidas. Mas allá de las inconsistentes declaraciones, el ministro Delgadillo es el principal promotor de la división de las organizaciones indígenas en la región del TIPNIS, atentando de mala fe y en forma directa en contra de varias Leyes vigentes que apoyan el fortalecimiento organizacional de los pueblos indígenas, incluida la nueva constitución Política del Estado.