Raúl Prada Alcoreza*
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Ex viceministro de Evo Morales disecciona las facetas, actores y tendencias dominantes que irrumpen en el ecosistema político, económico y cultural en torno al TIPNIS y que definen la orientación del "proceso de cambio"
Plataformaenergetica.org (La Paz, 09/09/11).- De acuerdo a fuentes de
investigación científica sobre la biodiversidad (1), el TIPNIS es el
corazón de la producción de agua de Bolivia (el 5to país con mayores
reservas de agua dulce del planeta). La interpretación de esta situación
y esta condición del TIPNIS, como ecosistema y como articulación de
ecosistemas y circuitos climáticos, se la describe de la siguiente
manera:
-La peculiar configuración geográfica de la cordillera de los Andes
en nuestro país. En el llamado codo de los ANDES, la cordillera hace una
inflexión y en lugar de ir de sur a norte va de oriente a occidente.
Los contrafuertes andinos reciben los vientos que provienen de la
Amazonia (barlovento) recogiendo la humedad de la evapotranspiración de
la biomasa boscosa; estos vientos se elevan cambiando de curso, se
enfrían, forman nubes (cúmulos cumnuloninmbus) que se precipitan en ese
lugar en un circuito permanente de lluvia que es el factor más
importante de generación de biodiversidad. También las masas de nubes
pasan al otro lado de la cordillera hacia los valles secos de Cochabamba
y mesotérmicos de Santa Cruz dando lugar a bofedales, lagunas y cursos
de agua responsables de la relativa humedad de algunos de estos valles
productivos. Estas lagunas además de proveer agua (ejemplo Misicuni)
también proveen energía hidroeléctrica (ejemplo Corani). Las nubes que
atraviesan la cordillera también son responsables de la biodiversidad de
los bosques de altura (ejemplo La Siberia en al camino antiguo Santa
Cruz-Cochabamba) que forman cursos de agua para los valles de Santa Cruz
(ejemplo Comarapa).
Queda claro que existe un serio riesgo climático en estas dos
regiones (cuenca del rio Mamoré) y valles de Cochabamba, si se da un
proceso de deforestación en los bosques amazónicos del sub-andino. Dicho
proceso de deforestación es, honestamente, imposible de ser evitado si
se dan asientos de colonización en la carretera, ya que la cultura de la
tala y quema seguramente podrá ser erradicada en un número de años no
menor a los requeridos para deforestar el 80% del bosque tropical que
está en la región que tratamos.
Otra conclusión que saca el análisis científico es ilustrativa: Por
otro lado, será importante saber que la cantidad de suelo anegadizo en
la región del trazo que cruza el TIPNIS es tan grande que creo que hasta
la mejor ingeniería va a tener serios problemas para su ejecución. Esta
demás decir que el trazo por el lado oriente es sobre suelo más fijo y
de mejor transitabilidad.
¿Qué podemos decir al respecto? En relación a este análisis y
descripción de las condiciones, pero también de las probables
consecuencias si se produce el quiebre del Territorio y Parque
Isiboro-Sécure, queda claro que la defensa del TIPNIS es no sólo
responsabilidad de las comunidades de las naciones y pueblos indígenas
originarios que lo habitan, sino también de todos los bolivianos y
bolivianas conscientes del problema y la problemática, de todos los
bolivianos y bolivianas que aprobamos la Constitución Política del
Estado.
El TIPNIS es el corazón de la producción de agua de Bolivia, no hay
dónde perderse, si se ejecuta el proyecto extractivista, el proyecto
IIRSA, la vinculación transoceánica, conllevando el desplazamiento e
invasión cocalera, no sólo se terminará desforestando, degradando y
destruyendo uno de los ecosistemas más ricos en biodiversidad del
planeta, sino que también se habrá quebrado el corazón de la producción
de agua, se habrá cortado con la articulación de los ciclos del agua
conectados a los ciclos climáticos, a los ciclos del suelo, a los ciclos
de los bosques, a los ciclos de reproducción de la vida. Cochabamba
disminuirá progresivamente su régimen hidrológico y con el pasar del
tiempo quedará sin agua, cambiando los climas de los grandes entornos
geográficos y regionales del TIPNIS.
Se entiende que a mentalidades desarrollistas, extractivistas,
modernistas e industrialistas, estas consecuencias les preocupa poco, si
no es que nada, pues ellos miden los costos y beneficios en términos
monetarios, en términos de la brutal y reducida contabilidad
capitalista. En sus imaginarios colonizados no entran para nada los
costos ambientales, los costos ecológicos; ahora sabemos que no les
interesa para nada los derechos de las naciones y pueblos indígenas
originarios. ¿Qué es el desarrollo para estas mentalidades? Podemos
interpretar que se trata del goce inmediato compulsivo de la ilusión
dineraria; estos tardíos burgueses internacionalizados no llegan a un
diseño estratégico de dominación; al contrario, se supeditan a
potencias, a las estrategias de potencias, creyendo que del rebalse de
las ganancias de la acumulación ampliada de capital, a escala mundial,
les va tocar una parte. No son solamente ilusos, sino que también
expresan la consciencia desdichada de las burguesías tardías y
periféricas. El desarrollo al que apuestan es el desarrollo capitalista,
que se da en escala mundial, y este desarrollo produce “subdesarrollo” y
dependencia en la periferia del sistema-mundo capitalista. Estos
gobernantes al servicio de estrategias hegemónicas y de dominación, esta
lumpenburguesía, como la llamaba André Gunder Frank, no son otra cosa
que dispositivos y agenciamientos de los diagramas de poder, de los
mapas de fuerza, de la dominación global del capitalismo contemporáneo.
El conflicto del TIPNIS ha puesto en evidencia los nuevos frentes
políticos, sociales, económicos y culturales, frentes dibujados en la
coyuntura crítica del proceso; por un lado están las naciones y pueblos
indígenas originarios, sobre todo los movimientos y organizaciones
propiamente indígenas, constatados en sus formas de organización, formas
de representación, mandos rotativos, normas y procedimientos propios,
instituciones ancestrales y cosmovisiones nativas, apoyados por nuevos
movimientos juveniles y urbanos, también por históricos movimientos como
los regantes (2), los guerreros del agua y los guerreros del gas; por
otro lado, apoyando el trazo de la carretera por el TIPNIS, están las
organizaciones campesinas, organizadas en sindicatos (CSUTCB, CNMCIOB
“BS”, CSCIB); todo el conglomerado campesino de alguna manera conducido
por las federaciones cocaleras.
Todo este conjunto, más o menos cohesionado, también diferenciado y
plural, así mismo abigarrado, que fue parte del llamado “bloque
popular”, y que ahora se encuentra llevando al ascenso desbocado a una
nueva burguesía emergente, de nuevos ricos y nuevos intermediarios en
los circuitos de capital, mercancías, transgénicos, contrabandos,
tráficos, incluyendo los del narcotráfico, en desplazamiento constante
hacia alianzas inesperadas con los agroindustriales de Santa Cruz, la
burguesía intermediaria, la banca, las empresas trasnacionales de los
hidrocarburos y la minería, la empresas constructoras brasileras y el
gobierno brasilero.
En lo que decimos y afirmamos, vamos a respaldarnos en el análisis
que hace Enrique Ormachea, Investigador del Centro de Estudios para el
Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), quien hace una ilustrativa
descripción de la dinámica estructura de clases en la coyuntura, lo que
nos permite elucidar el carácter de la lucha de clases y de la guerra
descolonizadora en el momento de la crisis del proceso.
Enrique Ormachea escribe: Una buena parte de los cocaleros son ya
campesinos ricos o acomodados porque obtienen ganancias gracias a la
apropiación de trabajo ajeno, pues producen normalmente con el concurso
de peones asalariados. Por el contrario, los indígenas yuaracarés,
moxeños y chimanes que habitan en el Territorio Indígena y Parque
Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) –y la mayor parte de los indígenas de
las tierras bajas– además de realizar actividades agrícolas en chacos
que usufructúan individualmente y que combinan con otro tipo de
actividades económicas vinculadas con el mercado (como la extracción de
recursos forestales y la elaboración de artesanías), normalmente se ven
obligados a vender temporalmente su fuerza de trabajo a ganaderos,
madereros y a los propios cocaleros para asegurar su medios de
subsistencia. En este sentido, mientras los primeros son pequeños y
hasta pequeñísimos capitalistas, los segundos son mayoritariamente
semiproletarios (3).
Esta descripción es importante pues nos ubica de lleno en la relación
social, en la relación de dominación de un conglomerado social sobre
otro, de una dinámica bullente de monocultivo, agrícola, comercial,
encaminada a la expansión de la frontera agrícola y de la comunicación
carretera y caminera, sobre otra dinámica, apegada al territorio, a las
normas y procedimientos propios, a las instituciones ancestrales, a la
búsqueda de un proyecto alternativo al desarrollo y a la modernidad, que
actualice las comunidades ancestrales, sus manejos territoriales y de
bosques, combinándolos con formas de organización emergentes y en la
perspectiva establecida en la Constitución, perspectiva traducida como
la del vivir bien.
Lo que fue el “bloque popular”, que se coaligo y expulsó a la
mega-coalición neoliberal, terminó de mostrar su composición diferencial
y entrar en contradicciones rápidamente, justo en el momento de
transición hacia el Estado plurinacional comunitario y autonómico. Esta
abertura y quiebre del “bloque popular” evidencia la existencia de
proyectos distintos, dicotómicos y contradictorios; un proyecto
capitalista, desarrollista, extractivista, dependiente, articulándose al
reacomodo de las estructuras y formas de intercambio en la geopolíticas
del sistema mundo capitalistas; otro proyecto emergente, nacido de las
entrañas de las luchas sociales contra el neoliberalismo y de las
entrañas de la guerra anticolonial y descolonizadora de las naciones y
pueblos indígenas originarios, que ha expresado su horizonte
civilizatorio en la Constitución, en tanto Estado plurinacional
comunitario y autonómico, en tanto economía social y comunitaria, en
tanto modelo civilizatorio alternativo al capitalismo, la modernidad y
el desarrollo.
Los dos proyectos no pueden coexistir en el proceso, son opuestos;
uno se coloca en la continuidad de la misma civilización moderna,
capitalista, desarrollista y extractivista, el otro apunta a abolir esta
civilización, abriendo la posibilidad civilizatoria alternativa
haciendo emerger configuraciones culturales inhibidas por los
colonialismo y el capitalismos, actualizándolos y combinándolos con
formas autogestionarias y solidarias contemporáneas. Este proyecto se
opone abiertamente al desarrollismo y al extractivismo, se encamina más
bien a restaurar las complementariedades dinámicas con los ecosistemas,
seres, ciclos vitales interrelacionados e integrados en las formas
complejas de reproducción de la vida.
No debe sorprendernos entonces los conflictos que se dan entre el
gobierno y las naciones y pueblos indígenas originarios, pues el
gobierno se ha convertido en la expresión política e institucional del
proyecto de continuidad capitalista, desarrollista, extractivista y de
monocultivos. ¿Por qué ha sucedido esto?
La contradicción era latente, solo que no tuvo las condiciones de
posibilidad para mostrarse; una cosa era luchar contra los gobiernos
neoliberales y el proyecto neoliberal en curso y otra cosa es abolir el
Estado-nación, construir el Estado plurinacional comunitario y
autonómico, en la perspectiva del modelo civilizatorio del Vivir Bien,
que se basa en el respeto de los derechos de los seres, componentes y
ciclos vitales de la Madre Tierra.
En lo que fue el “bloque popular” hay clases sociales que no están
dispuestas a abandonar las formas de monocultivo, menos la producción de
coca, también de cocaína, no están dispuestas a renunciar a la
expansión de la frontera agrícola a costa de los bosques y ecosistemas,
no están dispuestas a renunciar a las ganancias y, sobre todo, a las
ganancias fáciles, tampoco van a renunciar a una compulsión individual
por la tenencia de la tierra, aunque esto implique violar la
Constitución.
La CSUTCB ha desarrollado un anteproyecto de Ley que contempla la
desaparición de las TCOs porque las considera latifundios, también
contempla la redistribución de la tierra de forma individual,
contraviniendo a la Constitución que establece la reversión de tierras a
comunidades indígenas y campesinas de forma colectiva. Sorprende que en
las argumentaciones justificadoras del anteproyecto se ventilen
calificativos de “terratenientes” para los indígenas que habitan las
TCOs, llama la atención que se olviden de los latifundistas y
terratenientes históricos, contra los que se había tenido una larga
lucha, precisamente por la reforma agraria. ¿Qué pasa? ¿Otros son los
enemigos? Ahora son los indígenas, las naciones y pueblos indígenas, sus
organizaciones, sus formas colectivas de propiedad, sus gestiones
territoriales ancestrales. Ahora, en cambio, son aliados los
latifundistas y terratenientes históricos, los agroindustriales, los
soyeros, que emplean transgénicos, los empresarios, pues ellos, así como
los campesinos, persiguen la continuidad del mismo modelo capitalista,
desarrollista, extractivista. Ahora las alianzas son otras y los frentes
de la lucha son otros.
El conflicto en torno al TIPNIS es demostrativo por poner al descubierto de una manera descarnada estas contradicciones:
Acicateados entonces por sus crecientes motivaciones de acumulación,
los cocaleros del trópico de Cochabamba se han visto en la necesidad de
acrecentar sus propiedades, lo que implica expandir la frontera
agrícola. Sin embargo, esta expansión sólo puede darse hacia dos zonas
claramente definidas. Por un lado, hacia el TIPNIS y, por otro lado,
hacia el departamento de Santa Cruz; esta última opción implicaría
avanzar sobre tierras que ya están ocupadas tanto por otros
colonizadores (buena parte de ellos también campesinos ricos) como por
pequeñas, medianas y grandes empresas capitalistas agrícolas y ganaderas
articuladas a la agroindustria (4).
Mayari Castillo y Anahí Durand, escriben en Identidades, etnicidad y
racismo en América Latina, que: En primer lugar, la economía de la coca,
aunque no reconocida oficialmente, genera una porción importante del
PIB de Bolivia. Durante la peor crisis económica, la economía ilegal de
la coca permitió sustentar la aplicación de los ajustes estructurales,
siendo válvula de escape de la pobreza y un nuevo espacio laboral para
los ex mineros de las recién cerradas minas de la COB (Lanza, 1999).
De la misma manera, frente a una economía con crecimiento estancado o
negativo y uno de los índices de pobreza más altos de América Latina,
la cooperación internacional radicada en Bolivia constituía una
importante fuente de ingreso. En los últimos doce años, Bolivia recibió
por concepto de asistencia financiera oficial cerca del 11% del PIB.
Sumado a los aportes de agencias privadas, ONG y otros, la cifra se
eleva a un 15% (Grebe, 2002). También pudo reprogramar su deuda
financiera gracias a los recursos donados por Europa y, hasta hace poco,
recibía financiamiento de organismos multilaterales como el Banco
Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Corporación
Andina de Fomento, además de financiamiento de carácter bilateral desde
Japón, Estados Unidos, Alemania y Países Bajos. La mayor parte de estos
apoyos estaban condicionados al cumplimiento de metas sobre control del
narcotráfico, incluyendo la erradicación del cultivo de la hoja de coca.
Por ello, la resistencia cocalera al cumplimiento de metas otorgaba al
conflicto una importancia nacional (5).
Los investigadores nos dejan en este dibujo panorámico y de
evaluación del movimiento cocalero determinados perfiles de la
problemática; primero se habla de una economía de la coca, una economía
subterránea, que sostiene parte del funcionamiento de los circuitos
económicos. Segundo, que con el propósito de erradicación y sustitución
de los cultivos de coca, la cooperación internacional ha financiado
programas de apoyo a la diversificación de la producción agrícola, así
como programas de interdicción. Todo esto puede considerarse también
como parte de las inyecciones monetarias al campo económico boliviano,
incidiendo en la formación de su Producto Interno Bruto (PIB). En otras
palabras, la economía de la coca forma parte de la realidad, como uno de
sus niveles, en la compleja sedimentación de sus ámbitos, mundos
paralelos o colaterales. Esta economía de la coca es tan importante que
no sólo dibuja circuitos, recorridos, articulaciones con otros niveles
económicos, sino que también ha terminado constituyendo sujetos
sociales, subjetividades e imaginarios, incluso instrumentos políticos y
electorales, además de lograr catapultar a las Federaciones Cocaleras
al gobierno.
Se sabe que por lo menos dos ámbitos territoriales campesinos están
articulados a la economía de la coca, Los Yungas y El Chapare, además de
otros territorios de expansión, comprendiendo otras zonas más
circunscritas y dispersas, que fueron tradicionales en el cultivo de la
hoja de coca, como el caso de Apolo e Inquisivi; también hay que
considerar la irradiación espacial de la economía de la coca en relación
a otros circuitos comerciales y flujos dinerarios, de mercancías y
migraciones. También sabemos que la economía de la coca ha estado
articulada a la historia económica de la Audiencia de Charcas y de los
periodos republicanos; el ciclo de la economía de la plata, el ciclo de
la economía del estaño y, también, aunque de un modo más indirecto y con
muchas mediaciones, al actual ciclo de la economía de los
hidrocarburos. La economía de la coca ha formado parte entonces de las
estructuras económicas, de sus flujos, circuitos y recorridos.
Por otra parte, podemos abrirnos a la comprensión de las estrategias
diferenciales, plurales, cíclicas y rítmicas de las economías
campesinas, atravesadas por complementariedades, reciprocidades, también
por transformaciones del ayni y la mink’a, como formas de relación por
servicios y especies, por un lado, y por trabajos y dinero, por otro.
Comprender también que las formas de organización son complejas,
variadas, expansibles o contraíbles, dependiendo de la forma como se
relacionan las unidades domesticas con las familias, con las estructuras
familiares, comprendiendo edades, género y generaciones. Así mismo
tener en cuenta las diferentes prácticas de los vecinos respecto a las
prácticas combinadas de los pueblos y comunidades. Todo esto nos muestra
una combinación rica de estrategias y de estructuras, de composiciones y
de ritmos cíclicos, dependiendo del producto, de las interrelaciones
entre productos, del lugar, del momento. Las economías campesinas son
configuradas por racionalidades alternativas y colaterales a la
racionalidad moderna y eficaz del cálculo del costo y beneficio. En
otras palabras, es imposible comprender las estrategias campesinas a
partir de la reducida contabilidad económica. Se trata de otras
racionalidades, que funcionan flexiblemente, dúctilmente y en
combinaciones abiertas (6).
Empero, algo que podemos compartir con cierta certeza es que, de
todas maneras, se trata de economías articuladas al mercado y a los
vaivenes del mercado, por lo tanto a los movimientos de los precios de
los productos. Ahora bien, un cultivo y producto altamente rentable es
la coca, incluso en momentos de bajos precios; esto debido a los
rendimientos, sobre todo a las cosechas que se dan al año. Lo que
decimos vale mucho más cuando los precios de la hoja de coca suben
estrepitosamente, debido a factores externos de extrema
imponderabilidad, como la debida al comercio del narcotráfico, sobre
todo de la cocaína.
Bajo estas consideraciones es posible una hipótesis en relación a la
expansión estrepitosa de los cultivos de la hoja de coca, incluyendo la
invasión a los parques y territorios indígenas. Es tan gravitante el
comercio de la cocaína, tal la incidencia de sus circuitos, de su
capacidad de incidencia, de su fuerza financiera, de sus múltiples
estratégicas de tráfico, que se ha convertido en el núcleo explicativo
de la propia economía de la coca, por lo tanto no sólo de los circuitos y
de la acumulación sino de la expansión compulsiva del monocultivo.
Independientemente de cualquier pretensión moral o de pose artificial
sobre la problemática de la cocaína, pretensión y pose falsa de las
potencias, de NNUU y de la cooperación internacional, lo que importan es
comprender claramente el conflicto suscitado en torno al TIPNIS y
sucesivamente conflictos anteriores y en perspectiva repetidos
intermitentemente con las naciones y pueblos indígenas originarios,
desde la aprobación de la Constitución, comprender el conflicto a partir
de las fuerzas involucradas, de las tendencias, de los proyectos
inherentes. La economía de la coca forma parte de la economía de la
cocaína y la economía de la cocaína forma parte de las economías del
sistema-mundo capitalista. Una apuesta por la expansión del monocultivo
de la coca forma parte de la expansión compulsiva de la economía de la
cocaína y obviamente de la acumulación ampliada de capital en la
economía-mundo capitalista. Apostar por esta salida, se lo haga
abiertamente en las decisiones prácticas que toman los cocaleros,
veladamente, como si no viera nada, el gobierno, no importa, pero
apostar por esta salida significa la continuidad del modelo capitalista,
desarrollista extractivista y dependiente, ahora atravesado por la
economía política del chantaje, es decir por la economía de la cocaína,
como una de sus formas.
Este proyecto continuista se enfrenta abiertamente al otro proyecto,
nacido de las entrañas de las luchas sociales y de la guerra
anticolonial y descolonizadora, expresada plenamente en la Constitución.
Este modelo es el del Vivir Bien, modelo civilizatorio alternativo al
capitalismo, a la modernidad y al desarrollo. Este modelo se basa en la
condición plurinacional, en la condición comunitaria, en la condición
autonómica y en la condición intercultural, por lo tanto este modelo se
basa en las cosmovisiones indígenas y en la reconstitución de los
territorios ancestrales, actualmente habitados, como reza la
Constitución. Este modelo supone un descentramiento radical del
antropocentrismo, desplazándose al reconocimiento de su condición vital a
los otros seres que componen la Madre Tierra, reconociendo su condición
de sujetos y reconociendo sus derechos. Esta concepción está plasmada
en el proyecto de Ley de la Madre Tierra. El conflicto del TIPNIS está
expresando entonces la guerra de dos proyectos opuestos, antagónicos, de
modelos encontrados, uno el capitalista y moderno, el otro alternativo
al capitalismo y la modernidad. Hay una lucha de clases y una guerra
anticolonial y descolonizadora en curso, con sus sujetos sociales, sus
organizaciones, sus instituciones opuestas, incluso con sus diferentes
formaciones discursivas en franco y abierto debate.
Volviendo al análisis de Enrique Ormachea, podemos dimensionar los
alcances concretos del conflicto en torno al TIPNIS. Entonces el
conflicto especifico, en el territorio, en los límites del parque y en
el interior del parque, en el llamado bloque 7, que es la zona de
avasallamiento del parque por los colonizadores, es entre comunidades
indígenas y colonizadores, comunidades indígenas y cocaleros. En el
documento citado se escribe: Si en algo hacen hincapié los indígenas
cuando plantean la defensa del TIPNIS es en el tema de la expansión
cocalera y sus efectos. No les faltan razones. En el Gobierno de Evo
Morales se les ha recortado alrededor de 145 mil hectáreas que acabaron
siendo dotadas a cocaleros que habían ocupado estas tierras de hecho, al
aprobar un título final de propiedad colectiva de 1.091.656 hectáreas
frente al título ejecutorial concedido en 1997 que ascendía a 1.236.296
hectáreas (7).
La legitimación del avasallamiento ya muestra el sentido del
gobierno, de sus políticas en relación a la tierra y al territorio, en
relación en lo que respecta a las áreas protegidas y territorios
indígenas. El gobierno responde en primer lugar, en el plano afectivo y
de los compromisos orgánicos, a las federaciones cocaleras, también a
las organizaciones de colonizadores, llamados ahora interculturales, que
ya cuenta con más de un millón de afiliados, así mismo responde a los
compromisos sindicales con las organizaciones campesinas, organizadas en
la CSUTCB y en la confederación de mujeres campesinas, las conocidas
como “bartolinas”; en segundo lugar, ya en un plano político, responde a
la continuidad del proyecto capitalista, desarrollista, extractivista,
dependiente, otorgándole un carácter popular al proyecto.
En tercer lugar, ya en un plano estratégico o geopolítico, el
gobierno está supeditado a la irradiación de la política expansionista y
hegemónica del Estado brasilero; en cuarto lugar, ya en un plano de las
complicaciones de las que no puede zafarse, atado a las herencias de
las lógicas de poder persistente, responde a los condicionamientos de
las empresas trasnacionales, tanto de los hidrocarburos como de la
minería; en quinto lugar, ya en el plan de las nuevas alianzas, responde
a los acuerdos económicos con la burguesía intermediaria boliviana, los
agroindustriales, los soyeros y las mediaciones de los grandes
monopolios de las empresas de transgénicos. La presión sobre la frontera
agrícola cocalera y colonizadora se da no solo con la benevolencia del
gobierno sino en alianza estratégica con los agroindustriales y soyeros,
es decir, la burguesía intermediaria. Todos ellos forman parte de la
composición social, económica, subjetiva e imaginaria del proyecto
desarrollista-extractivista.
Esta situación es vivida, intuida, comprendida y elucidada por las
organizaciones indígenas del CIDOB y CONAMAQ. Se comenta el testimonio
de uno de los dirigentes del TIPNIS y ahora de la marcha indígena: En
una entrevista reciente, el dirigente indígena Adolfo Moye ha señalado
que, a raíz de la expansión de los cocaleros hacia las comunidades
indígenas del TIPNIS, muchas terminaron rodeadas de colonos “…por
ejemplo, la comunidad de Santísima Trinidad donde yo vivo junto a 140
familias indígenas mezcladas con algunos colonos, hemos quedado al
centro de la zona colonizada y rodeada por cocaleros. En la comunidad
Limo, los hermanos del pueblo moxeño yuracaré ahora tienen apenas una
hectárea y trabajan como empleados de los colonos. Sus hijos han tenido
que migrar a las ciudades capitales para buscar empleo queriendo adoptar
otra forma de vida; en muchos pueblos solo quedan los viejitos. Algunas
comunidades, como Puerto Patiño e Isiborito, se extinguieron y no
sabemos a dónde se fueron esos hermanos…”. (Entrevista en el Foro Social
de Asunción 9).
El testimonio de Adolfo Moye es elocuente; lo que describe es una
relación de dominación de los cocaleros y de los colonizadores con los
indígenas del TIPNIS. Los indígenas no solamente son discriminados y
explotados, sino vistos como menos. No se los considera iguales, ni se
establece con ellos relaciones de igualdad. Esto ocurre de manera
dramática en los lugares de intersección entre comunidades indígenas y
colonos; si bien no ocurre lo mismo cuando los dirigentes de las
organizaciones indígenas y de las organizaciones campesinas entablas
relaciones de organización, de discusión, cuando entablan acuerdos y
pactan sobre temas de interés común, pues a este nivel se entiende que
no considerarse como iguales sería una muestra insostenible de racismo.
No ocurre porque a ese nivel se tiene otra concepción de lo que es ser
indígena; somos todos indígenas, aymaras, quischwas, urus, chipayas,
guaranís, moxeños, chácobos, chimánes, yuracarés. La diferencia está en
que unos somos campesinos y otros conservan la propiedad comunitaria, el
ayllu; unos estamos organizados en sindicatos y otros en las formas
organizativas propias comunitarias.
Este discurso se mantuvo durante parte de la vida del Pacto de
Unidad, sobre todo durante el proceso constituyente. Ahora parece
desmoronarse este discurso ante la evidencia de las grandes diferencias,
diferencias de concepciones, de intereses y de proyectos. Los
dirigentes campesinos se acercan rápidamente a los prejuicios que tienen
los campesinos y colonos que habitan los lugares limítrofes con
territorios indígenas. Sobre todo ahora, cuando se da el conflicto del
TIPNIS, los dirigentes campesinos se apegan más a defender el discurso
gubernamental estridentemente descalificador del movimiento indígena en
defensa de sus derechos, consagrados por la Constitución. El “bloque
popular” se ha roto. Esta descripción me recuerda a lo que ocurría años
atrás, cuando ere vigente, convocativo e irradiante el proletariado
minero; a pesar de su consciencia de clase, de clase desclasada, de
clase que debería abolir todas las clases, los mineros mantenían
relaciones de dominación, subordinando a las comunidades indígenas y
campesinas aledañas a los campamentos. ¿Por qué ocurre esto? Se notaba
un aire de superioridad; una cosa implica estar ligado al campamento
minero, a la explotación de las vetas mineras, a los ingenios, a la
organización capitalista del trabajo, y otra cosa significa estar ligado
a los ayllus, a las comunidades, donde preponderaban “modos” de
producción pre-capitalistas. La diferencia estaba dada. Los mineros
compartían una ilusión desarrollista y un imaginario modernista, en
contraposición de los indígenas y campesinos, que más bien expresaban un
apego a otros imaginarios, mas bien animistas. Una de las consecuencias
de la modernidad fue esta descalificación de otras formas de vida, de
otras formas de cohesión social y de relacionamiento, que no sean las
propias de la modernidad.
Las investigaciones y los estudios sociológicos han descrito y han
teorizado sobre la transición a la modernidad; el desencanto, la
desacralización, la ruptura y quiebre de las comunidades, de las
instituciones y estructuras tradicionales, forma parte de las hipótesis
iniciales de estos estudios y estos análisis. El paso de la familia
extendida y compuesta a la familia nuclear, las migraciones rural
urbanas, la atomización y la individualización, la homogeneización de
los comportamientos y las conductas, el disciplinamiento, forman parte
de este proceso de modernización, entendida como una dinámica cultural y
civilizatoria que pone en suspenso los valores y las instituciones
tradicionales, la modernidad entendida como experiencia de la
vertiginosidad, sensibilidad estética que expresa esta experiencia como
cuando todo lo sólido se desvanece en el aire, frase de Shakespeare,
recogida por Marx (10).
La historia de la representación de la modernidad es toda una
arqueología, comienza con los poetas malditos, quienes le atribuyen
características estéticas y lúdicas, haciendo hincapié sobre todo en la
experiencia de la vertiginosidad y el suspenso. El concepto es retomado
por la sociología y la economía empero de una manera más instrumental y
descriptiva, perdiendo sus ribetes poéticos, empezando a adquirir
perfiles organizacionales, estructurales, institucionales y de
relaciones de mapas definidos de transvaloración y transición
modernizadora. Marx y algunas corrientes marxistas retoman el concepto
dándole un carácter dialéctico, retomando algunas ideas iniciales de la
experiencia de la transformación desbocada. Ya en la etapa de balance
habría que contar con el análisis desplegado por Marshall Berman,
estudio que intitula precisamente Todo lo sólido se desvanece en el aire
(11). En las corrientes marxistas teóricas contemporáneas un
antecedente de la crítica de la modernidad es el libro de Adorno y
Horkheimer titulado Dialéctica del iluminismo (12).
Quizás sea el análisis más penetrante de la modernidad, a la que
caracterizan como iluminismo, que también puede ser retomada como
crítica; de lo que se trata entonces es de desplegar una crítica de la
crítica, un iluminismo del iluminismo. Ponen en cuestión los mitos de la
modernidad, como la idea de progreso y el mito de la historia; también
ponen en cuestión la pretensión moderna de dominación de la naturaleza.
Queda claro en los autores, que hacen la crítica de la racionalidad
instrumental, que no basta hacer una crítica de la economía política,
sino que es necesaria y urgente hacer una crítica de la modernidad,
matriz histórica y cultural, civilizatoria, en la que emerge y se
recicla el capitalismo. Después de ellos, todas las escuelas, corrientes
teóricas críticas de la modernidad, son deudoras de la apertura
iniciada por la Escuela de Frankfurt. A nosotros nos interesa retomar
las críticas de la modernidad en los contextos periféricos del
sistema-mundo capitalista, pues nos interesa comprenderlos fenómenos
complejos, abigarrados y heterogéneos que desata la modernización en
nuestras regiones y países.
Marshall Berman escribe sobre el modernismo del subdesarrollo y toma
en cuenta el caso de San Petersburgo, dice que se trata de modernidades
impulsadas desde arriba, por el Estado, el poder; quizás también por
algunas élites. Son construcciones titánicas que se enfrentan a los
pantanos, es la voluntad de la geometría que termina imponiéndose a la
adversidad, a pesar de las inundaciones centenarias. Se trata de
espacios modernos pero sin contar con una vida moderna, espacios
públicos que no llegan a tener vida pública. ¿Qué es la modernidad en
estos lugares insondable? ¿Es una ilusión? ¿Un espejismo? ¿Un fabuloso
monumento? Todo lo demás no llega a ser moderno, las instituciones, el
manejo de las instituciones, el Estado, la administración del Estado;
tampoco las subjetividades. Estamos ante transiciones problemáticas,
cuando el pasado no termina de irse, mas bien se queda persistentemente,
combinándose con esas proposiciones iluministas de futuro. Se producen
composiciones intrincadas que contienen también subjetividades
recargadas, que acompañan a comportamientos que moran mundos que
cohabitan. René Zabaleta Mercado habla de formaciones abigarradas y
Bolívar Echeverría de modernidades barrocas (13). ¿Qué es la modernidad
en la periferia del centro del sistema mundo capitalista? Las corrientes
hindúes que estudian la subalternidad conciben que mas bien hay que
comprender modernidades heterogéneas o la modernidad en su condición
heterogénea.
Ciertamente no se puede hablar del ámbito social del campesinado como
si fuera homogéneo; esto desde ya está descartado. Estamos ante campo
complejo y diferencial, cuyos ciclos y articulaciones con el mercado
también son variados. En un tiempo se pensó que la campesinización y la
re-campesinización formaban parte de procesos de resistencia a la
diseminación capitalista. Se mostraban contradicciones con el mercado,
con el capitalismo y con el capital a partir de la tesis de la
subsunción formal del trabajo al capital (14). En Bolivia se realizaron
estudios de la cuestión agraria, sobre todo de las economías campesinas,
a partir de su irrupción misma, irrupción que se da desde la expansión
de las formas de pequeña propiedad agraria a partir de la reforma
agraria de 1953.
Se pueden hacer distintas clasificaciones de un abundante material,
que llega hasta nuestros días, empero nos interesa, por los límites y
las razones implícitas de este ensayo, dibujar grandes campos de
análisis. Se puede apreciar que una de las áreas de preocupación, quizás
las más economicista, está relacionada con las evaluaciones de la
reforma agraria y la búsqueda por reencaminarla; otra área de
preocupación es la que tiene que ver con los estudios de caso, con un
enfoque sociológico; quizás los más interesantes son los estudios con un
orientación antropológica, sobre todo por el aporte etnográfico en el
análisis de las estructuras y las instituciones involucradas. No podemos
dejar de considerar los estudios sobre la estructura agraria y de
clases desde una perspectiva marxista, mas bien análisis macros que
estudios locales o regionales. Por último, deberíamos considerar un área
de trabajos de investigación antropológicas, sociológicas y económicas,
de enfoque mas bien integral, que cuestiona las perspectivas
anteriores, consideradas estáticas, que no consideran las dinámicas
locales, diferenciales, cíclicas y de estructuras de cambiantes,
vinculadas a las estrategias de adaptación a las circunstancias de las
formas de organización campesinas. Quizás las más aportadoras a la
elucidación y a la inteligibilidad de la problemática campesina sean
estos estudios (15). En relación a toda esta arqueología del saber de la
cuestión agraria, debemos apreciar sus mapas para poder atender a una
mirada a los recientes desplazamientos de las economías campesinas.
Obviamente lo que se requiere para lograr una comprensión adecuada de
lo que ocurre son investigaciones a profundidad y en los distintos
espacios de desplazamiento de las formas de organización campesina;
empero a falta de estas investigaciones, nos vemos obligados a lanzar
algunas hipótesis interpretativas de lo ocurre en la coyuntura crítica
del proceso con las economías y formas de organización campesina, sus
estrategias y sus circuitos.
HIPÓTESIS
Por más compleja que pueda ser la formación social, económica y
cultural campesina, por más diversa y diferencial, por más barroca,
combinada, compuesta y entrecruzada en que se encuentre, moviéndose
contradictoriamente en transiciones cíclicas, definiendo a veces rutas
en espiral y en algunos casos desplazamientos lineales, toda esta
complejidad está atravesada por los circuitos del mercado, los circuitos
dinerarios, incluso, en menor escala los circuitos financieros, como
los relativos al microcrédito; aunque tengamos que aceptar, como lo
hicimos en otro tiempo, la presencia alterativa de resistencias, de
otras lógicas, otras estrategias y otras racionalidades, el mercado y el
desarrollo capitalista juegan un papel gravitante, sobre todo en
determinados momentos de alta demanda de monocultivos, y la evidencia de
la atracción efectiva de subida de precios.
Esta atmósfera de muchos microclimas culturales, imaginarios y de
comportamientos, recrea la ilusión de una modernidad barroca,
heterogénea, del bienestar, del acceso y del consumo. En momentos de
intervención de circuitos de alta rentabilidad y de predisposiciones
políticas que los facilitan, los conglomerados sociales campesinos, sus
tendencias económicas, tienden a volcarse plenamente a la ilusión del
desarrollismo y sobre todo al espejismo de la riqueza fácil. Los núcleos
de resistencias, alterativos, alternativos, las racionalidades y
estrategias complementarias y cíclicas, tienden a ser inhibidas,
ocultadas, desarticuladas, en beneficio de las opciones más comerciales,
incluso más perversas de los circuitos dinerarios.
Las resistencias, las posibilidades alterativas y alternativas se encuentran en las comunidades indígenas-originarias
En momentos de crisis, de desplazamiento social compulsivo hacia las
formas más veloces del comercio, incluso del comercio ilícito, del
contrabando, de los tráficos perversos, de la economía política del
chantaje, los núcleos de resistencias, las posibilidades alterativas y
alternativas al curso de las cosas, al dominio del capitalismo,
incluyendo sus formas salvajes, se encuentra en las comunidades
indígenas, como los ayllus, en tierras altas, y las formas comunitarias
en reconstitución, en tierras bajas. Las otras racionalidades, sobre
todo complementarias, las otras estrategias, sobe todo rotativas,
cíclicas y en reciprocidad, tejiendo equilibrios y armonizaciones
territoriales, se encuentra en estas formas comunitarias, en sus formas
de organización, de cohesión, de convocatoria y de correspondencia
territorial, se encuentra en la actualización y reconstitución de sus
instituciones ancestrales. Esta disposición a la resistencia, esta
reterritorialización, se hace evidente en la coyuntura crítica del
proceso, cuando el gobierno, las organizaciones campesinas, aliados a la
burguesía intermediaria, a los agroindustriales, a los soyeros y las
mediaciones que usan los transgénicos, añadiendo a los banqueros y los
compromisos con el IIRSA y el proyecto hegemónico brasilero, se proponen
ampliar estrepitosamente la frontera agrícola, atentando contra los
bosques, los territorios indígenas, los parques, las áreas protegidas, a
cualquier costo. La marcha indígena por la defensa del TIPNIS es una
clara muestra de la voluntad política de las organizaciones indígenas,
del CIDOB y del CONAMAQ por detener el avasallamiento, la compulsión
desarrollista-extractivista apegada a la ilusión modernista de consumo y
de riqueza.
NOTAS:
1. Unidad de investigación sobre biodiversidad de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).
2. Los reales regantes, desplazados por la maniobra montada del MAS cuando se eligió a sus supuestos nuevos representantes, que no son otra cosa que loteadores. Esta suplantación aviesa fue avalada por el Vicepresidente. Los verdaderos regantes, los históricos regantes ligados a la Guerra del Agua, quedaron marginados. Hablamos entonces delos históricos regantes, los luchadores y defensores de las formas comunitarias de administración y gestión del agua.
3. Bolpress; 3 de septiembre 2011. Marcha indígena del TIPNIS: ¿tensión creativa o contradicción de clase?. Enrique Ormachea.
4. Bolpress.
5. Mayari Castillo y Anahí Durand: Movimiento cocalero, política y representación: los casos boliviano y peruano. Edición de Fernando García, FLACSO 2008, Quito.
6. Revisar el libro de Alison Spedding Kawsachun Coca.Economía campesina cocalera en los Yungas y el Chapare. PIEB 204. La Paz.
7. Bolpress.
8. Bolpress.
9. Bolpress.
10. La frase aparece en la obra de Shakespeare La Tempestad, Marx, la retoma para caracterizar metafóricamente a la modernidad.
11. Marshall Berman: Todo lo sólido se desvanece en el aire. Siglo XXI 1994; México.
12. Adorno y Horkheimer: Dialéctica del iluminismo; Trota, Madrid.
13. Ver de Zavaleta Mercado, Lo nacional-popular en Bolivia; Amigos del Libro; La Paz. También de Bolívar Echeverría Crítica de la modernidad capitalista; Vicepresidencia del Estado Plurinacional 2011; La Paz.
14. Roger Bartra ha realizado estudios antropológicos sobre la identidad mexicana; en tanto que Armando Bartra ha realizado estudios sobre las problemáticas que envuelven al mundo campesino e indígena, en parte rescatando sus luchas por la reforma agraria, en parte recuperando la condición de comunidad, pero también mostrando las formas de subsunción formal del trabajo al capital en la que están involucrados sus circuitos.
15. Revisar de Alison Spedding Kawsachun coca. Economía campesina cocalera en los Yungas y el Chapare. PIEB 2004; La paz.
1. Unidad de investigación sobre biodiversidad de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).
2. Los reales regantes, desplazados por la maniobra montada del MAS cuando se eligió a sus supuestos nuevos representantes, que no son otra cosa que loteadores. Esta suplantación aviesa fue avalada por el Vicepresidente. Los verdaderos regantes, los históricos regantes ligados a la Guerra del Agua, quedaron marginados. Hablamos entonces delos históricos regantes, los luchadores y defensores de las formas comunitarias de administración y gestión del agua.
3. Bolpress; 3 de septiembre 2011. Marcha indígena del TIPNIS: ¿tensión creativa o contradicción de clase?. Enrique Ormachea.
4. Bolpress.
5. Mayari Castillo y Anahí Durand: Movimiento cocalero, política y representación: los casos boliviano y peruano. Edición de Fernando García, FLACSO 2008, Quito.
6. Revisar el libro de Alison Spedding Kawsachun Coca.Economía campesina cocalera en los Yungas y el Chapare. PIEB 204. La Paz.
7. Bolpress.
8. Bolpress.
9. Bolpress.
10. La frase aparece en la obra de Shakespeare La Tempestad, Marx, la retoma para caracterizar metafóricamente a la modernidad.
11. Marshall Berman: Todo lo sólido se desvanece en el aire. Siglo XXI 1994; México.
12. Adorno y Horkheimer: Dialéctica del iluminismo; Trota, Madrid.
13. Ver de Zavaleta Mercado, Lo nacional-popular en Bolivia; Amigos del Libro; La Paz. También de Bolívar Echeverría Crítica de la modernidad capitalista; Vicepresidencia del Estado Plurinacional 2011; La Paz.
14. Roger Bartra ha realizado estudios antropológicos sobre la identidad mexicana; en tanto que Armando Bartra ha realizado estudios sobre las problemáticas que envuelven al mundo campesino e indígena, en parte rescatando sus luchas por la reforma agraria, en parte recuperando la condición de comunidad, pero también mostrando las formas de subsunción formal del trabajo al capital en la que están involucrados sus circuitos.
15. Revisar de Alison Spedding Kawsachun coca. Economía campesina cocalera en los Yungas y el Chapare. PIEB 2004; La paz.
* Ex asambleísta y ex viceministro del gobiermo de Evo Morales. El título original del artículo es EN TORNO AL TIPNIS.
** Este es un servicio de la Plataforma de Política Energética, un
espacio permanente, plural y abierto a todos, para compartir
información, generar conocimiento y promover el debate público sobre los
temas fundamentales del sector energético (www.plataformaenergetica.org)
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