Biólogo y ecologista
25 de septiembre 2011
Un
recuento preliminar nos muestra que la problemática socio ambiental del
TIPNIS, generó una reacción inusitada, casi nunca antes vista en el
país, por supuesto, sin llegar a alcanzar las características épicas de
la guerra del agua en Cochabamba, logró opacar incluso a la resistencia
que se generó a fines de los años 90 al megaproyecto de El Bala,
impulsado por Chito Valle desde la Prefectura de La Paz.
Los
medios de prensa jugaron sin duda un rol importante, aunque con muchos
recaudos y en gran parte, solo transmitiendo informes sobre la
situación, pero sin tomar posición alguna. Varios medios escritos,
difundieron de forma mayoritaria las declaraciones de los funcionarios
de gobierno y representantes del MAS, sin dar demasiada apertura a los
bloques de resistencia al proyecto gubernamental. Incluso un periódico
especializado con conocida trayectoria revolucionaria internacional,
hizo un mutis total del tema, primando sin duda razones
económicas,…claro, “alguien tenía que sacrificarse”…Por el contrario,
los medios televisivos y alguna radio, tuvieron una mayor apertura y
generaron varios reportajes esclarecedores y debates pluralistas,
aspecto gratificante para la democracia.
Los que se
llevaron la flor, fueron los medios no tradicionales de información, los
diarios y páginas digitales, los blogs y las redes sociales, los cuales
inundaron de información y posicionamientos de apoyo al TIPNIS. Se
generaron varios frentes informáticos de resistencia, con amplia y fácil
proyección internacional, aunque mayormente desvinculados en la
práctica, aunados por la consigna de no a una carretera depredadora.
Algo
que causó estupor, luego risa y finalmente rabia, fue la posición de
algunos políticos en apoyo al TIPNIS, simplemente para atacar al
gobierno y “mejorar” su imagen, ¿alguien puede creer que es real la
solidaridad del Sr. Reyes Villa para con el Parque Nacional y los
indígenas?, incluso queda en duda la posición de un ex mandatario de
transición, que hace unos años inscribió a la red vial y a partir de una
Ley, el cuestionado camino cruzando el TIPNIS.
Como es de
amplio conocimiento, el gobierno a partir de sus máximos representantes
y operadores directos en el conflicto, desconcertó a propios y
extraños, con un recalcitrante empecinamiento sobre el tramo
cuestionado, atrincherado en su discurso desarrollista. Usó un gran
despliegue de subterfugios y artimañas para desacreditar el movimiento
indígena y la marcha con múltiples y agresivas acusaciones, además de
un manejo arbitrario de la información, buscó dividir la organización
social soliviantando a las familias que se quedaron en el territorio,
etc. Utilizó el doble discurso hasta el final, por una parte invitando
formalmente a los dirigentes indígenas a dialogar en el Palacio de
gobierno y por otra, interviniendo con extrema violencia policial a la
marcha indígena el día 25 de septiembre.
Sin duda, la peor
imagen se llevó la Policía boliviana, como siempre al servicio de las
posiciones dictatoriales de los gobernantes de turno. Resultó impactante
la fotografía de un niño de corta edad con su galonera de agua vacía,
mirando con asombro la muralla de insensibles policías ¿Qué pensaba ese
pequeño boliviano indígena en ese momento? ¿Qué pensaron después durante
la gasificación y represión? Al respecto, muchos todavía se preguntan,
de qué mente enferma salió la orden a la policía de cortar el acceso al
agua a los indígenas, y agredir la marcha con brutalidad, porque es
difícil pensar que actuaron de propia iniciativa.
También
fue de lamentar la actitud del grupo de colonos de Yucumo, que
opuestamente a lo que sucedió en la marcha indígena de 1990, en esta
oportunidad actuó como un grupo de esbirros cualquiera, bloqueando,
hostigando y amenazando a los indígenas…. codo a codo con los policías.
Muy
llamativo fue el accionar tibio e indiferente de la Asamblea de
Derechos Humanos, al menos del grupo que tiene la representación oficial
¿Por qué será?. En el otro lado de la medalla, la Defensoría del
Pueblo en sus diversas instancias jurisdiccionales, dio muestras de
estar a la altura del problema, cuestionando con probidad y
responsabilidad las decisiones gubernamentales y el accionar de la
policía, posiblemente algo que el gobierno no se lo esperaba.
Los
movimientos y organizaciones sociales como la CONAMAQ, diversos Ayllus y
Suyus de las tierras altas, Las Bartolinas, la COB, la Federación de
Mineros, Magisterio, o la vigilia de mujeres en las puertas del templo
de San Francisco, en clara coherencia con sus principios dieron
muestras de combatividad y solidaridad con la lucha del movimiento
indígena, especialmente después de la brutal represión del río
Chaparina, También las diversas organizaciones de la sociedad civil,
genéricamente llamadas ONGs, más allá de lo irrelevante de que si fueron
nombradas y sindicadas por el gobierno, o no, formaron una barricada
ideológica de apoyo incondicional al movimiento indígena, al Parque
Nacional y a la marcha.
Sin embargo, lo más relevante y
asombroso de todo, fue la respuesta de la sociedad en general,
estudiantes, maestros, artistas, amas de casa, obreros, taxistas,
profesionales, etc., solidarizándose de diversas formas y apoyando al
área protegida, a los pueblos indígenas y a la marcha, por supuesto. La
percepción de que a la gente en general no le importaba los temas
ambientales, había sido mayormente falsa, y en medio de tanta
pesadumbre, reconforta saber que las ciudadanías en todas las regiones
de Bolivia, tienen una conciencia ambiental más allá de lo imaginado.
Personalmente, esta constatación ya es muy gratificante para el
espíritu. Ante los últimos acontecimientos, veamos hasta donde puede
llegar el nivel de conciencia ambiental del pueblo boliviano.
Volviendo
al inicio, la resistencia generalizada por el TIPNIS, viene siendo algo
que el gobierno no se la esperaba, posiblemente en esferas oficiales se
pensó que el problema no pasaría de algunas declaraciones o
manifestaciones públicas.
La gente, la sociedad boliviana,
ha dado al gobierno y sus máximos operadores, una clara lección de
ecologismo popular y de legítima defensa de la Madre Tierra. Fue una
pena que éstos no aprovecharan la oportunidad de reconocer la solvencia
social y ambiental del pueblo boliviano y volver a apostar por un
cambio…de verdad. La acción dictatorial de reprimir con violencia la
marcha indígena, se puede considerar un “mini–Bagua” (Bagua fue la
genocida represión a los indígenas por el gobierno peruano en junio del
2010).
El TIPNIS es la punta del ovillo y los
movimientos indígenas, la sociedad boliviana en general y sus
organizaciones, parece que tendrán todavía que sortear muchas pruebas de
su entereza y valentía, cuando, por ejemplo se pretenda impulsar el
megaproyecto de El Bala que inundará el territorio de medio centenar de
comunidades Tacanas, Chimanes y Mosetenes al interior, nada menos, que
del Parque Nacional Madidi y la Reserva Pilón Lajas.
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